09 jul. 2025

“Las redes sociales han devuelto a la gente la necesidad de escribir”

Bernardo Neri Farina dará mañana su discurso inaugural como miembro de número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española. En esta entrevista ofrece un adelanto de su ponencia: Las redes sociales y la dinámica de la lengua.

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Bernardo Neri Farina

Brigitte Colmán

bcolman@uhora.com.py

La Academia Paraguaya de la Lengua Española no es la policía de la lengua; sin embargo, la entidad, creada en 1927, tiene la tarea de cuidar las formas del idioma; que la lengua no se deforme y que se respeten la gramática, la ortografía y la sintaxis. También promueve y fomenta el cultivo de las bellas letras y la ilustración de la cultura literaria.La exclusiva entidad cuenta con plazas limitadas, la membresía es vitalicia, y las vacancias solo se producen por el fallecimiento de algún miembro. En el caso del periodista y escritor Bernardo Neri Farina, este reemplaza a la poeta Gladys Carmagnola. El nuevo académico de número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española es actualmente presidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay, y el próximo martes 6 dará su discurso inaugural. Cuando recibió la designación, el nuevo académico admitió: “Me acordé de mi barrio, el barrio San Antonio, de Sajonia; de mi infancia pobre pero feliz; de mi abuela Tola, que en su pequeña biblioteca me enseñó a amar los libros; del sacrificio de mi mamá, de las lecciones humanas de mi papá". Obtener un sillón en la Academia no se equipara a un zoquete (cargo público, RAE) en el consejo de la Itaipú precisamente. Los miembros de la Academia Paraguaya de la Lengua no reciben pago alguno, pese a su importante función.

–¿Esperaba ser parte de la Academia de la Lengua?

–Ni lo soñaba. Pero hace un año y medio, más o menos, gente de la Academia me preguntó si me gustaría integrarla. Pensé que era una posibilidad, nada más; que seguramente habría otros candidatos y elegirían a otro.

–Un académico reemplaza a otro que ya falleció.

–Sí, yo entro en el lugar que ocupaba una persona a la que quise mucho y a la que sigo queriendo entrañablemente, Gladys Carmagnola, una de las más notables poetas que dio el Paraguay y una persona absolutamente querible por sus cualidades humanas.

–La tradición manda que un académico nuevo brinde un discurso inaugural. ¿Cuál es su tema?

–Las redes sociales y la dinámica de la lengua es el título de mi discurso. Pensé en este tema apenas supe de mi designación, porque desde hace algún tiempo me ronda la cabeza hacer un ensayo al respecto.

–¿Puede adelantar algo?

–Algunos se alarman ante la irrupción meteórica de términos técnicos y tecnológicos, la mayoría extranjerismos, que la gente asimila desde el mundo digital, mediante las redes, casi sin pensar. Hay incluso apocalípticos que piensan que se va destruyendo el idioma.

–¿Y no es así?

–El idioma español fue forjando su estructura, como todos los idiomas, con términos propios y otros adoptados de otras lenguas. El castellano (de Castilla) deriva del latín vulgar y asimiló términos de regiones que hoy forman parte de España. Luego está la influencia árabe. Se van a sorprender de las palabras que creemos puramente castellanas y que en realidad derivan del árabe. Y luego la influencia del francés, del inglés, de la terminología procedente de la Revolución Industrial, y de la tecnología que fue floreciendo a lo largo del siglo XX. Las influencias foráneas no han destruido nuestra lengua; al contrario, la fortalecieron, porque lo importante no es que adoptemos palabras ajenas, sino que las adoptemos sometiéndolas a las formas gramaticales propias de nuestra lengua.

–Hay quienes insisten con la importancia de mantener la pureza del idioma.

–No hay idioma puro. Un idioma cambia al ritmo en que cambia la sociedad que lo habla. Y hoy los cambios en la sociedad son vertiginosos. Para la comunicación ya no hay distancias. El tiempo es siempre presente.

–Otra queja común es de lo mal que se escribe en las redes.

–Hay de todo, porque las redes son absolutamente abiertas. Pero han devuelto a la gente el imperativo de escribir, y eso conforma un ejercicio que irá decantando hacia la buena, o por lo menos aceptable, escritura.

–Hablando de pureza del idioma, ¿no se empobrece el lenguaje en este proceso?

–Hay un empobrecimiento y vulgarización en la forma de expresarse. Pero esto, creo yo, no se debe a la aparición de las redes sociales, sino a la falta de lectura. Quien no lee posee un vocabulario muy pobre y es más vulnerable a la hora de adoptar una terminología vulgar que en su expresión continuará siendo vulgar. Quien lee no solo tiene mayor y mejor capacidad comprensiva, sino además no necesita usar tantas palabras vulgares para expresar lo que desea expresar. E incluso cuando utiliza términos vulgares les da a estos un sentido que los elevan por sobre su condición expresiva original. Hay excelentes escritores argentinos, por ejemplo, que utilizan en sus obras palabras del lunfardo porteño y les dan elegancia (les dan esplendor, en términos académicos). También en inglés: un escritor excelso, como Paul Auster, por ejemplo, utiliza frases del slang neoyorquino que potencian su texto. Roa Bastos acude a palabras “vulgares” en varias obras, pero les da brillo en un contexto de gran calidad. En las redes se nota que quien lee tiene una mejor calidad expresiva.

–¿Qué papel le cabe a la Academia frente a las palabras nuevas, los extranjerismos?

–La Academia debe sostener la coherencia de las formas gramaticales, ortográficas y sintácticas ante esta vorágine lingüística. Más que nunca debe trabajar con su lema original: “Limpia, fija y da esplendor” al idioma español.

El acto será el martes 6 a las 19.30, en la sede de la Academia, Casa Josefina Plá, 25 de Mayo 972. El acto es abierto al público.

Entro en el lugar que ocupaba una persona a la que quise mucho y a la que sigo queriendo entrañablemente, Gladys Carmagnola, una de las más notables poetas que dio el Paraguay, una persona absolutamente querible por sus cualidades humanas.

Me acordé de mi barrio, el barrio San Antonio, de Sajonia; de mi infancia pobre pero feliz; de mi abuela Tola, que en su pequeña biblioteca me enseñó a amar los libros; del sacrificio de mi mamá, de las lecciones humanas de mi papá.


Perfil
Bernardo Neri Farina
Nació en Asunción, en 1951. Tiene 18 libros publicados. El primero de ellos fue El último Supremo: la crónica de Alfredo Stroessner. Obtuvo la mención de honor en el Premio Municipal de Literatura 2012, con su novela El siglo perdido, y ganó el Premio Lidia Guanes de Novela Inédita en el 2014, con su obra Fuego pálido.