Las oenegés han entrado en el punto de mira del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, después de que su Gobierno anunciara en un decreto que las fiscalizará y supervisará en una polémica decisión que ha causado enorme preocupación entre la sociedad civil.
Unas 60 asociaciones, fundaciones e instituciones no gubernamentales alzaron su voz en los últimos días contra lo que consideran una medida anticonstitucional que viola los principios de independencia y autonomía que garantizan su trabajo. “No queremos ser un país donde el Estado controla lo que pensamos y lo que hacemos. Vivimos en una democracia y cada organización actúa de acuerdo con su base social”, afirmó la directora ejecutiva de Oxfam Brasil, Katia Maia.
La decisión de vigilar las oenegés fue una de las primeras que tomó Bolsonaro, capitán de la reserva del Ejército, y se produjo horas después de asumir el cargo el pasado 1 de enero.
En un decreto en el que reorganizó las tareas de los 22 ministerios de su gabinete, el mandatario encomendó al Ministerio de la Secretaría de Gobierno supervisar, coordinar, monitorear y acompañar las actividades y acciones de organismos internacionales y de las organizaciones no gubernamentales en Brasil. EFE