30 abr. 2024

“Las crisis en la vida las puedes tomar como un fracaso o un regalo”

María Belón y Enrique Álvarez, una pareja de españoles, sobrevivieron junto a sus tres hijos la catástrofe natural que azotó las costas del Océano Índico hace doce años. La ola del tsunami los trajo hasta aquí para dar un testimonio de vida.

Juntos.    A  Quique      y a María, el tsunami los separó 2  días;   ahora, no hay fuerza que los separe.

Juntos. A Quique y a María, el tsunami los separó 2 días; ahora, no hay fuerza que los separe.

Por Pepe Vargas

Es la primera vez que están en Paraguay. María (M) y su esposo Quique (Q), ambos supervivientes del tsunami en Asia, en diciembre de 2004, llegaron al país esta semana directamente de España.

A los dos les sorprendió el frío, dicen, ya que tenían entendido que un calor otoñal les esperaba por estas latitudes. Se quedan hasta mañana en suelo guaraní y en la antesala a la charla que brindará hoy María, en el Colegio Americano, concedieron una entrevista a ÚH.

Desde el estreno de la película Lo imposible en 2012, y de la cual fue coguionista, ella ofrece conferencias sobre las lecciones de vida que le dejó el haber atravesado por esa terrible experiencia junto a su marido y sus tres hijos: Lucas, Simón y Tomás. Los cinco lograron sobrevivir al embate de las gigantescas olas hace doce años en una paradisíaca playa privada de Tailandia.

–¿Cómo fueron esos momentos? Nunca lo olvidarán seguro.

–M: Es una situación inesperada, a pesar de que estás en una zona sísmica o de riesgo. Pero, uno nunca espera vivir eso hasta que pasa. Ahora tenemos la desgracia de tener que vivir la noticia repetida, de nuevo (el terremoto) en Ecuador. Yo veo y para mí no son números, son gente y familias sufriendo también.

–Q: No pretendemos olvidarlo. No lo podemos olvidar, pero tampoco queremos olvidarlo. Para nosotros forma parte de nuestra experiencia de vida. En su momento fue muy difícil, muy duro, caótico. Primero te lleva un tiempo entender qué está pasando porque no sabes qué es lo que ocurre: ves pánico, ves que llega la ola, pero hasta que proceses que se trata de un tsunami pasa un tiempo. Se genera un caos por el nivel de destrucción, de muertes, pero es parte de la experiencia de lo que nosotros vivimos.

–¿Cuál es el mensaje que vienen a dejar, luego de lo que les tocó vivir?

–M: El mensaje es que la vida a veces golpea muy duro, hay momentos muy complicados y difíciles, pero que no te puedes quedar ahí, que lo que te toca es aprender de la situación y de ese dolor que has vivido. Te toca aprender, recoger y mejorar como ser humano. Pienso que no hay otra alternativa. Lo otro sería quedarte en el lamento y en el victimismo y de ahí no sacas nada.

–Usted habla de que todos tenemos pequeños tsunamis en la vida. ¿A qué se refiere?

–M: Pequeños y grandes, yo tengo la fortuna de haber pasado esa experiencia; la gente muchas veces se acerca a mí y dice: ‘A mí no me cayó una ola encima, pero fíjate que tengo la sensación de haber vivido lo mismo que tú’. Ese es el objetivo de haber hecho la película, es que la gente se vea reflejada en sus propios tsunamis, en sus propias dificultades físicas o pérdidas, enfermedades, momentos difíciles de empresas, de lo que sea. Creo que el sentimiento que hay detrás es el mismo; hay una sensación a veces de que no voy a poder con eso y que cuando escuches a la vida, te está diciendo que sí se puede con eso. Tienes que poder y tienes que aprender de eso. Y a eso me refiero cuando digo que la vida continuamente nos está dando pequeños, medianos y grandes tsunamis.

–¿En qué aspectos puede ayudar su testimonio de vida, a quienes vayan a escucharla?

–M: Creo que puede ayudar en ver las otras perspectivas de las crisis que nos llegan en la vida. Las crisis en la vida las puedes tomar como un lamento o un fracaso o las puedes tomar, por decirlo de alguna manera, como un regalo para que aprendas algo que la vida considera que tienes que aprender. Y para eso te pone a prueba, para eso están las dificultades; la vida nos pone momentos agradables para descansar y situaciones y retos complicados para aprender y mejorar como seres humanos.

–¿Cómo hicieron para que se repongan sus hijos, siendo ellos tan chicos?

–M: Es un proceso largo, ellos eran muy pequeñitos y, por supuesto que se pasa por una situación de shock post traumático; no es sencillo y hay que manejarlo con mucha paciencia, mucho amor. Y con mucha apertura, pudiendo tocar cada quien su vulnerabilidad y diciendo ‘no lo puedo todo’, buscando ayuda. Pero ellos, hoy en día, son nuestros maestros de vida. Son unos jóvenes súper generosos con la vida, con la obsesión de ser útiles a la sociedad, de dar lo mejor de ellos y de haberse tomado esa experiencia como un aprendizaje de que la vida es muy corta y uno no está aquí para perder mucho el tiempo en tonterías y lo que vale la pena es apoyar al grupo y a la comunidad con la que convives.

–Q: Te voy a ilustrar con una pequeña anécdota. Cuando pasó el tsunami, nosotros estábamos de vacaciones en Tailandia, ya que en aquella época vivíamos en Japón, conseguimos que nos evacuaran a Singapur. Ahí María estuvo hospitalizada, Simón (entonces de 5 años) y yo también; pero al cabo de pocos días eran las fechas de las fiestas de fin de año y a los pocos días empezaba el colegio. Entonces le preguntamos a Lucas que tenía 10 años y a Tomás que acababa de cumplir 8, si querían ir a España con la familia para que los cuide, etcétera. Y ellos dijeron: ‘No, queremos ir al colegio en Japón; empieza en tres días y queremos estar ahí en el primer día del colegio’. Y es esa la actitud de decir ‘esto es lo que nos toca hacer’. No lamentarse y solo dejarse cuidar, sino hacer lo que uno tiene que hacer.

–¿Qué es lo imposible para usted, qué connotaciones tiene esa palabra?

–M: Lo imposible hasta el día en que nos muramos no es nada. O sea, en esa situación parecía imposible sobrevivir y no lo fue. De alguna manera el título de la película pretende dar la vuelta: imposible hasta que el día que te mueres no es nada y tienes que considerar que nada es imposible.

–Se puede decir que ustedes estuvieron en la cumbre del dolor, ¿qué sentido toma la vida después de eso?

–M: El sentido que toma la vida es que te pegas mucho más a la situación de dolor de la gente. Ese dolor que muchas veces no queremos ver, que es incómodo, que es mejor cambiar de canal y poner otra cosa porque es como desagradable lo que estás viendo. Te das cuenta de que el dolor forma parte del ser humano y de que solo un ser humano puede ayudar a otro ser humano a salir del dolor. Y esa es la responsabilidad que tenemos, el decir que tienes que estar ahí para celebrar y echar una mano para aliviar el dolor.

–Como que del dolor se aprende mejor, Quique.

–Q: Bueno, María es una sabia en aprender del dolor. Pero también la conciencia de ser unos privilegiados. De saber que en la vida hemos tenido una segunda oportunidad y tenemos que entender para qué estamos aquí, qué hacemos con lo que tenemos y cómo contribuir con los demás.

–M: La vida nos sigue dando una oportunidad a todos los que estamos aquí. Y la pregunta que me hacía mi hijo chiquito que me dijo una vez ¿para qué estamos vivos? Y esa es la respuesta que cada quien se tiene que hacer día a día.