09 dic. 2025

Las alegrías mayores del deporte

Pedro García Garozzo (1948) viajó como periodista deportivo a distintas ciudades del mundo, pero es esencialmente un ciudadano de Asunción. Más específicamente de su microcentro, donde vive desde hace sesenta años. Recuerda la capital de su infancia y juventud como un refugio de la radio en donde hablaba, por ejemplo, un gran poeta que cantó sus antiguas y bellas tardes, Néstor Romero Valdovinos. Pedrito o Pedrín García ha estado pensando en estos días en la sensación de refugiarse a hablar de deportes desde su casa, lo que lo lleva a los tiempos en que su padre, don Pedro García, hacía lo propio en el mismo lugar. “En estos días de pandemia en que los hombres de radio dejamos las cabinas y nos refugiamos y transmitimos desde nuestras casas, me acordé mucho del pequeño estudio que papá montó en la trastienda del negocio del abuelo que él administraba en Plazoleta del Puerto y Colón, mudándolo después a las otras dos casas que habitamos (Humaitá y Colón) y Oliva y Colón”, cuenta quien es uno de los máximos conocedores del deporte amateur nacional, autor del libro Pobre pero divertido (2007), en el que rememora historias personales, familiares y del deporte y el periodismo paraguayo, desde que su papá fundó la Corporación Deportiva Fénix en 1936 y que él todavía mantiene viva.

–Es casi inevitable que te hayas convertido en periodista deportivo, teniendo el padre que tuviste, uno de sus fundadores en este país. ¿Alguna vez Pedrito García quiso ser otra cosa?

–No. Desde niño jugaba con micrófonos, auriculares y discos simulando una transmisión radial. Mi padre ejerció una poderosa influencia para ello. Yo lo veía trabajar y soñaba ser como él. Sin decirme una palabra jamás para que siga sus huellas, con el ejemplo me inducía a ser periodista. En cambio, mi madre no se cansó de pedirme que no lo fuera y que siguiera primero Medicina y después Derecho. Pero mi vocación era la comunicación. Recién se convenció de ello mi madre el 26 de octubre de 1980, cuando falleció mi progenitor y pudo constatar ella el inmenso cariño que se había ganado en el ejercicio de lo que él consideraba un apostolado.

–¿Cómo era el periodismo deportivo en los tiempos de tu padre?

–Mucho más difícil que hoy. Era todo a puro pulmón. No era realmente profesional. Había un altísimo grado de vocación de servicio y un mínimo o casi nulo interés económico. Y te doy un ejemplo, para graficar el concepto, como dice el profe Benicio Martínez: Las transmisiones internacionales eran una lotería, tanto para recepcionar o emitir desde el Paraguay. En una jornada que transmitió el famoso relator uruguayo radicado en la Argentina, Joaquín Carballo Serantes, Fioravanti, hubo problemas y el relato no llegó a Buenos Aires. Mi padre, muy acongojado fue a consolar a su amigo y colega. Fioravanti entonces le respondió: “Pedro, no te preocupes, que a mí la radio me paga igual”. Él pensaba en la frustración de un público que se quedó sin poder escuchar a su narrador predilecto.

–¿Quiénes fueron tus referentes?

–He sido un bendecido por tener grandes maestros y uno 24 horas por día (mi padre). Pero, además, próceres del periodismo paraguayo (y no solo deportivo), como –por orden cronológico– Néstor Romero Valdovinos, José Antonio Bianchi, Fernando Cazenave, Ovidio Javier Talavera, Carlos Alberto Gómez y Julio Del Puerto. Todos me dejaron enseñanzas que no se imparten en las aulas de las universidades que entonces no había para estudiar. Ellos impartían cátedras en todo modo.

–¿Cuáles fueron tus primeros trabajos?

–Yo siendo todavía un mitã’i akãhatã no me perdía los programas o boletines que tres veces al día se hacían desde mi casa. Y casi naturalmente comencé a atender el teléfono, copiar y redactar informes, pero sin salir al aire. Una noche de verano de 1962 faltaba un cronista para cubrir una cancha. Era un juego de básquetbol en el Deportivo Sajonia entre el local y Libertad (última fecha del torneo). Papá me preguntó si me animaba a llamar desde el estudio montado en casa a la cantina del club y averiguar si el partido ya había comenzado, cómo terminó el primer tiempo y cómo culminó el cotejo. Así empecé. Yo estudiaba inglés en las vacaciones. Al día siguiente un compañero me dijo: “Pedrito, anoche una pendeja habló por radio en el programa de tu papá, ¿quién es?”. Me dijo todo lo que yo había transmitido. Yo me hice el burro y le dije: “No sé”. Pero dejé de hablar un año hasta que mi voz se hizo más gruesa.

–¿Qué encontrás en la radio de especial y qué en el periodismo escrito?

–Me gustan ambos. Pero mi primer gran amor fue la radio. Conste que mi papá, en algunos paseos por el centro de Asunción, me solía llevar a un ventanal abierto de la calle O’Leary y Benjamín Constant, donde estaban los talleres del diario El País. Me subía al ventanal y yo desde ahí miraba fascinado el frenético trabajo de linotipistas, tipógrafos e impresores, acelerando el cierre de la edición del día siguiente. La satisfacción de apreciar ese doloroso parto que estalla con el ruido de las rotativas, es algo que no tiene la radio y un néctar que solo podés degustar en un medio impreso. Pero la radio tiene esa magia tan especial que sabe el comunicador transmitirte al punto que escuchándolo llegás con la mente a ver todo lo que te va contando.

–El fútbol, en el periodismo, es a veces tirano en su dominio. ¿Cómo es hacer periodismo sobre otros deportes, en su mayoría amateurs? ¿Es una vocación? ¿Un amor?

–Es así mismo. Por ello opino que son los mal llamados deportes menores los que dan las alegrías mayores. Tampoco me gustaba el nombre de divisiones inferiores, como se conocían a las categorías previas a la Primera División. Por eso un día dije que nunca más usaría ese calificativo y pasé a llamarlas divisiones formativas.

–¿Qué deporte practica o practicó Pedrito García?

–Un poco de todo en el colegio y en ninguno sobresalí. Es más, era el último de los suplentes. Hacíamos fútbol, básquetbol, tenis de mesa y después aprendí a mover los trebejos, pero solo eso en el ajedrez. Lo que más me gustaba era correr hasta que después por razones obvias tuve que contentarme con caminar. Hasta ahora, no me resigno a estar quieto y aunque con dificultades y falta de espacio, trato de caminar dentro en el pequeño patio de mi casa.

Periodismo y amateurismo
Su opinión como radialista y docente acerca de la situación del periodismo deportivo en Paraguay resulta importante, de cara a lo que se viene en el futuro de la profesión. Pedrito García enseña en el Círculo de Periodistas Deportivos del Paraguay, en donde “con satisfacción” aprecia “que hay muchos jóvenes de ambos sexos con talento y calidad”. Para ellos siempre tiene una recomendación: “Si están aquí para ser millonarios están a tiempo para salir corriendo, pero si quieren ser felices porque les gusta lo que hacen, quédense para conocer la manera más divertida de ser pobres. No hay sacrificio que ataje a quien hace algo por amor o vocación”, reflexiona.
Respecto a los deportes amateurs en Paraguay, por otro lado, también es optimista ante lo que existe hoy, pues a diferencia de “la época en que yo empecé a hacer periodismo, hay años luz de distancia con la infraestructura que tenemos. Todo cambió desde que se aprobó la Ley del Deporte, que costó muchísimo que se apruebe. Pero, finalmente, hace 14 años cambió el panorama”, afirma.

“La radio tiene esa magia que sabe el comunicador transmitirte al punto que escuchándolo ves todo lo que te va contando”. Pedrín García, periodista deportivo.