Los líderes que se encontraron de golpe sin las señales referenciales a las que estaban acostumbrados, recurrieron a sus redes de confianza y solicitaron opiniones de expertos buscando certezas sobre qué hacer.
Fueron meses de tener más preguntas que respuestas, constante aprendizaje, pruebas y errores, y tensiones entre el viejo normal y las nuevas demandas de cambio, para todos. A los líderes de las organizaciones de todo tipo y tamaño no les fue fácil tomar las decisiones, muchas dolorosas.
Luego de nueve meses de vivir las consecuencias de un acelerado ambiente VICA (volátil, incierto, cambiante y ambiguo), acá estamos, en el estado en que estemos, para encarar esta nueva etapa, la de prosperar encontrando maneras nuevas de agregar valor.
Y creo que puede encontrarnos mejor preparados si consideramos algunas certezas que están bastante claras y desarrollamos las competencias necesarias para adaptarnos rápidamente.
Una de ellas es que no existen largos horizontes, hay que vivir cada momento, así como viene, buscando aprovechar las oportunidades que trae. Esto nos demanda que aprendamos a ser resilientes para sobreponernos a situaciones adversas con rapidez.
La otra es que en los próximos meses vamos a trabajar en modo mixto, donde lo presencial y lo virtual se irán mezclando. Y eso nos obliga a gestionar nuestras organizaciones por objetivos e indicadores para poder hacer los seguimientos y medir la productividad, y ya no por tareas y procesos, será necesario para ello dar una mirada nueva a dos valores, organizaciones muy importantes de parte de los líderes y de los colaboradores: confianza y responsabilidad.
La confianza es un camino de ida y vuelta. Por un lado, el líder necesita que la gente confíe para avanzar en los cambios que hagan falta, dando claras señales de genuino cuidado, decisiones adecuadas y coherencia entre sus palabras y sus acciones; y, por otro lado, necesita confiar en nuevas formas de trabajar no presenciales y en que las personas van a cumplir con los compromisos, aunque no cumplan horarios en la oficina.
Los colaboradores, por su parte, necesitan desarrollar competencias para responsabilizarse de cumplir con las metas establecidas en tiempo y forma para no frenar los procesos productivos ni afectar el trabajo de sus compañeros. Esto requiere hacerse más competentes en autogestionarse y usar eficientemente el tiempo.
Ahora necesitamos competencias de gestión virtual, mañana no sabemos. Lo importante es que sigamos en modo “laboratorio viviente”.