El cristiano que rompe con los canales por los que le llega la gracia -la oración y los sacramentos- se queda sin alimento para su alma, y “ésta acaba muriendo a manos del pecado mortal, porque sus reservas se agotan y llega un momento en que ni siquiera es necesaria una fuerte tentación para caer: se cae él solo porque carece de fuerzas para mantenerse de pie.
Se muere porque se le acaba la vida. Pero si los canales de la gracia no están expeditos porque una montaña de desgana, negligencia, pereza, comodidad, respetos humanos, influencias del ambiente, prisas y otros quehaceres (...) los obstruye, entonces la vida del alma va languideciendo y uno malvive hasta que acaba por morir. Y, desde luego, su esterilidad es total, porque no da fruto alguno”
La voluntad del Señor, sin embargo, es que demos fruto y lo demos en abundancia. Por eso poda al sarmiento para que dé más fruto. Y dice Jesús a continuación: Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. El Señor ha utilizado el mismo verbo para hablar de la poda de los sarmientos y de la limpieza de sus discípulos.
Al pie de la letra habría que traducir: “A todo el que da fruto lo limpia para que dé más fruto”. “¡Claro!: duele ese cortar, ese arrancar. Pero, luego, ¡qué lozanía en los frutos, qué madurez en las obras!”.
El Papa Francisco en homilía de confirmación de 44 fieles dijo: “Permanezcan estables en el camino de la fe con una firme esperanza en el Señor”. “Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para caminar contra corriente. Escuchen bien jóvenes: ir contra corriente. Esto hace bien al corazón, pero hace falta valor para ir contra corriente. Y Él nos da esta fuerza. No hay dificultades, tribulaciones, incomprensiones que nos hagan temer si permanecemos unidos a Dios como los sarmientos están unidos a la vid”.
(Del libro Hablar con Dios de Francisco Fernández Carvajal y la http://www.caminocatolico.org - 28 de abril de 2013)