Ni siquiera las excelentes noticias del crecimiento económico esperado y la recuperación del empleo de estos días, que nos habla a las claras del rebote económico post pandemia tan positivo que estamos viviendo pudieron opacar el desaliento y la frustración que sentimos entre los líderes empresariales y organizacionales con los acontecimientos políticos de estas últimas semanas. Los gremios y las asociaciones existen para defender intereses sectoriales y promover las mejoras que benefician a sus sectores, pero saben que hay un conjunto de condiciones imprescindibles para que todos puedan avanzar. Entre ellas está en primer lugar el ser un país ordenado, previsible donde funciona la justicia, en el que las personas acceden a servicios de educación y salud de alta calidad que les permite aprovechar las oportunidades con equidad. Para ello se han construido, a partir de la vida democrática, un conjunto de instituciones que, de funcionar adecuadamente nos garantizarían todo esto. Y es cuando el poder político se inmiscuye en la gestión de estas instituciones cuando todos, más allá de sus intereses sectoriales, están de acuerdo en la queja.
Estos días vivimos una muestra de ello, cuando al unísono se levantaron las voces de repudio por las acciones emanadas de la clase política que se consideran un desandar de los difíciles caminos ya transitados en la independencia de la justicia, así como desarmar presupuestos de salud y educación que tanto costo alcanzar.
No solo se repudia las decisiones en sí, sino las razones para ellas, en vez de acuerdos, componendas, en vez de decisiones, toma y daca, en vez de razones objetivas, mera sed de victoria. ¿Las internas partidarias ya están destrozando las instituciones solamente para hacerse del poder y fortalecer posiciones políticas? ¿Que vendrá después?
Se dice con mucha frecuencia que los líderes empresariales y organizaciones no deberían meterse en política, pero acá están las pruebas de como la política sí se mete con nosotros afectando con sus decisiones a la economía, la justicia, la salud y la educación.
A la vista de las “aplanadoras coyunturales” que se organizan para arrasar con los votos en las cámaras tomando decisiones mientras nosotros escribimos comunicados y miramos, es imprescindible que cambiemos esta premisa y desarrollemos en serio una nueva responsabilidad, la responsabilidad política empresarial, involucrándonos para que más personas honestas, probas y bien intencionadas nos representen en las cámaras y en los cargos clave, y que luego no les dejemos solos, que se vean acompañados decididamente con dinero, asistencia técnica, apoyo y aliento mostrándonos públicamente en su respaldo y no solo en los grupos de WhatsApp.
Y a los que ya están peleándola, hacerles sentir lo importante que es que estén ahí haciendo una política honesta y comprometida con el país.