Antes del Covid-19, la venta de obras de arte por parte de los museos, práctica conocida como alienación, solo podía realizarse para comprar nuevas piezas; sin embargo, en abril del 2020, la Asociación Americana de Directores de Museos de Arte levantó esa prohibición y autorizó por dos años la venta de los objetos para equilibrar los presupuestos.
Tal es así que en setiembre el Museo de Brooklyn que ya arrastraba dificultades económicas anteriores a la pandemia, decidió ofertar 12 obras, entre ellas un Monet y dos Dubuffet, para poder crear un fondo de mantenimiento para su colección.
Oposición. Posturas contrarias a esta decisión también elevaron su voz de disconformidad, como el presidente del Centro Pompidou, que afirmó “dudar del interés de avanzar por esa vía”, sea para compensar pérdidas o como un “instrumento de ‘buena gestión’ de la colección”.
La abogada Laurence Eisenstein, dijo que “es muy preocupante que las obras colgadas de la pared se transformen en activos financieros”. La misma dirigió una rebelión contra los responsables del Museo de Arte de Baltimore, que iban a vender tres piezas de su colección, entre ellos, un Warhol, estimado en 65 millones de dólares.
Ante las críticas, el museo decidió cancelar la venta y recaudar fondos a través de donaciones.