16 sept. 2025

La ira de los mansos

Andrés Colmán Gutiérrez – @andrescolman

Quienes insisten en retratar al senador Paraguayo Cubas como un bruto deslenguado, siempre con el cinto acechante en la mano, tendrían que leer o escuchar una de las últimas entrevistas que le han hecho en estos días, en donde él respondió a una pregunta periodística citando a un gran escritor: “La ira no es locura. De la ira de los mansos cuídate, dice José Saramago. Y la ira de los mansos es la que está despertando”.

En este país son contados los políticos que habrán leído y pueden citar de memoria al celebrado autor portugués, Premio Nobel de Literatura. La mención que hace Payo Cubas proviene de la novela El hombre duplicado, escrita por Saramago y publicada en 2002, que expresa textualmente: “… he aquí que el pacífico, el dócil, el sumiso de pronto desaparece de escena y en su lugar, desconcertante e incomprensible para los que del alma humana suponen saberlo todo, surge el ímpetu ciego y arrasador de la ira de los mansos. Lo más normal es que dure poco, pero da miedo cuando se manifiesta. Por eso, para mucha gente, el rezo más fervoroso, a la hora de irse a la cama, no es el consabido padrenuestro o la sempiterna avemaría, mas sí este: Líbranos, Señor, de todo mal y en particular de la ira de los mansos”.

Imaginemos por un momento a Javier Díaz Verón, a Óscar González Daher, a Javier Zacarías Irún, a Carlos Portillo, a Víctor Bogado, a Éver Rivas, incluso a Horacio Cartes y a varios más rezando esta letanía, antes de acostarse. Es la mejor viñeta de que algo está cambiando en nuestra sociedad, aunque en el fondo parezca que todo sigue igual.

Dos meses atrás nos hubiera resultado impensable que personajes como Díaz Verón y González Daher estén en la cárcel, imputados por enriquecimiento ilícito y otros delitos, o que se les inicie una investigación fiscal a Zacarías Irún y a su clan esteño. ¡Se los creía tan poderosos, tan intocables, con tanto respaldo político, jurídico y, sobre todo, económico! ¿Qué fue lo que pasó?

Hay quienes aseguran que esta ola de cacería a políticos y funcionarios corruptos es un producto del hartazgo ciudadano ante la corrupción y la impunidad. Que es el efecto de tantas denuncias periodísticas, que al fin encendieron la mecha de la indignación y el escrache. Otros dicen que se debe exclusivamente a una coyuntura de fractura política en el partido de gobierno, los ramalazos de una sorda pelea entre Cartes y Marito. O que simplemente se cumplen las exigencias del Tío Sam de mostrar resultados en persecución al lavado de dinero y el narcotráfico para no recibir sanciones internacionales.

Como sea, el piso se mueve para los otrora poderosos. La ira de los mansos ha despertado. Ojalá se canalice democráticamente, más allá del justiciero –aunque a veces homofóbico y fascista– cinto del senador Payo Cubas.