Por Alfredo Boccia Paz
La noticia solo tuvo cabida en los medios dedicados a la farándula y lo sensacionalista. Pese a ello merece una reflexión. Le pongo en antecedentes: en una reciente reunión de las entidades organizadoras de la Expo –la Unión Industrial Paraguaya y la Asociación Rural del Paraguay– se decidió retirar el título de miss Expo a la modelo Mirna Pereira, quien había sido electa en julio del año pasado. ¿Los motivos? Están explicados en una nota en la que se habla de “difusión de actos inapropiados de conducta por parte de la ex miss”.
Resulta que algunos años atrás la modelo tuvo la mala idea de grabar con un teléfono celular una relación íntima que tuvo con su novio de entonces. Como suele suceder, de alguna forma la grabación llegó a manos de terceros y fue difundida en un escandaloso vídeo pirata, de esos que se venden en las esquinas de muchas ciudades paraguayas. El vídeo también era accesible en internet.
Los organizadores de la Expo, con la intención de preservar la imagen de las entidades organizadoras, decidieron castigar a la modelo despojándola del título. Están en su derecho de hacerlo, pero, humildemente, creo que la medida es equivocada. Intentaré explicarme.
El dichoso vídeo fue grabado mucho antes de que Mirna Pereira fuera electa reina de la Expo. La filmación fue un acto estrictamente privado –quizás imprudente, pero absolutamente lícito– por lo que no merece ninguna objeción. La principal víctima de la difusión ilegal del vídeo fue la propia Mirna, que intentó infructuosamente evitar la propagación de las imágenes. Con la medida tomada por los dirigentes de la Expo se produce una innecesaria revictimización de la modelo, poco explicable desde el punto de vista racional. De hecho, la fragilidad de las justificaciones dadas por el encargado de relaciones públicas de dichos gremios –en entrevista con la periodista Mina Feliciángeli– fue francamente penosa.
No me parece oportuno profundizar más el debate llevándolo hacia el terreno de la discriminación, la doble moral y el machismo, pues creo que la decisión de los señores ganaderos y empresarios fue simplemente poco meditada. Están a tiempo de rectificar una medida que hace daño a alguien que está en la parte más débil de la piola. ¡Vamos! Lo verdaderamente pornográfico no son las imágenes de sexo. Lo impresentable es la impunidad con que, frente a nuestros ojos, se venden vídeos piratas y filmaciones de la vida privada sin que nadie se escandalice. Lo inmoral es que todos sabemos que esa industria de lo falso funciona gracias a la complicidad de policías, fiscales y autoridades estatales varias. Lo desquiciado es que todos actuemos como si eso fuera lo más normal del mundo.
Eso es pornografía y no lo que molesta a las autoridades de la Expo. Al fin y al cabo, como decía Woody Allen: "¿Es sucio el sexo? Solo cuando se hace bien.”