Hablar del tema de la muerte y del dolor que causa la ausencia siempre es considerado un tabú. Y el tema es más delicado cuando son afectados los niños.
El duelo se llama así porque duele y alrededor de él giran las palabras vacío, tristeza, ausencia, señala la licenciada Marian Piñánez, sicóloga clínica, agregando que esto se siente más en niños a partir de los 7 años.
El ser humano nace con dos miedos básicos; al rechazo y al abandono. A veces cuando fallece alguien del entorno de un niño, esto podría dejar en él una herida de abandono. Además, está el prejuicio en cuanto al llanto y la tristeza. “Muchas veces el adulto quiere anestesiar o parar el llanto; lo ve como malo, cuando que en realidad el dolor, la tristeza que pueden dejar la partida de un familiar, es también parte de la vida”, añade.
En estos tiempos de pandemia, muchos niños perdieron algún familiar cercano, y en la mayoría de los casos fueron duelos sin despedida, porque el modo Covid así lo exige.
ELABORACIÓN. El duelo debe elaborarse y existen diferentes formas de resolverlo, explica Marian Piñánez, entre ellas, recordar los buenos momentos vividos con la persona, ver fotos y videos con ella, no reprimir llanto.
Además, reflexionar con el niño acerca de cómo le hubiera gustado que esa persona esté en este momento, y no reprimir al niño cuando quiere hablar de la persona que ya no está. “Hay que saber que en el proceso de la elaboración del duelo habrá altibajos, momentos fuertes y débiles”, remarca.
El entorno familiar y escolar deben ser un soporte afectivo para sobrellevar la pérdida. Es importante que el niño tenga estructuradas sus actividades escolares y sociales, que los reanude lentamente, y acudir al sicólogo cuando hay repercusiones en su desempeño escolar y trastornos del sueño o apetito.