16 oct. 2025

La desvirtuada lucha de las mujeres

Por Gustavo A. Olmedo B. golmedo@uhora.com.py

Numerosas luchas y campañas de mujeres, dignas y muy necesarias en nuestro tiempo, lamentablemente están siendo manipuladas y contaminadas por organizaciones feministas radicalizadas, con rasgos de izquierda anticlerical, desvirtuando así su contenido y sus fines.

La pasada marcha en el marco del Día Mundial de Eliminación de la Violencia contra la Mujer fue un reflejo de esta preocupante realidad. Los escritos sobre los muros de la CEP y en otros sitios de la ciudad, antes y durante aquella movilización, con frases como “quema la Iglesia”, “aborto libre”, “cuchillazo al macho”, entre otras, exponen no sólo un odio y violencia sin sentido, sino también una contaminación ideológica que tergiversa objetivos e ideales.

¿Qué tiene que ver –por ejemplo– la promoción del asesinato de inocentes niñas y niños en el vientre materno (aborto) con la digna lucha para eliminar la violencia contra novias, esposas, madres y jóvenes en general? ¿Es honesto incluir el odio contra la Iglesia Católica –más allá de las diferencias que uno pueda tener–, en una marcha a favor de una consigna tan positiva como es erradicar la violencia?

Se trata de una práctica muy difundida por estas organizaciones feministas y de Lgtbi, que lucran en este ámbito y que en otros países incluso atacan sitios en actos programados de absoluta irracionalidad e intolerancia.

Pero hay que advertir que no todas las agrupaciones de luchas femeninas siguen esta línea. Estas propuestas son más bien impulsadas por aquellas que tienen el apoyo de medios de comunicación que acompañan la moda, olvidando el análisis, más bien movidos por el prejuicio y temor de ser calificados de conservadores.

Luchar para eliminar toda forma de violencia contra la mujer es una tarea que convoca a toda la sociedad, por ello es deshonesto utilizarla para otros fines, aprovechándose de la buena fe de muchas personas, entre ellas, mujeres a las que deben más respeto.

El desafío es ir al fondo del problema, reconociendo que el fenómeno no acabará con más leyes o promoviendo el odio hacia los varones o determinadas instituciones, sino educando a la persona en la conciencia del valor de su propia dignidad y la del semejante.

Aunque a muchos les resulte incómodo, urge fortalecer instancias como el de la familia; entorno clave de educación, respeto y afecto. A partir de ahí, o de su dolorosa ausencia, se tendrá al macho o al hombre; al ser racional y respetuoso o al violento; a la mujer con autoestima y valorada, o a aquella que herida en su afectividad termina atrapada en las relaciones humanas patológicas, cargadas de violencia y soledad.