Probablemente existan explicaciones lógicas para la tardanza, como la necesidad de depurar registros e instalar sistemas de control, pero no se puede perder tanto tiempo cuando el estómago vacío y la necesidad resultan apremiantes.
La gente que no tiene que comer ya no puede esperar.
En varias comunidades y barrios humildes de los pueblos y ciudades ya se están realizando manifestaciones en las calles, incluso violando la cuarentena y exponiéndose al peligro de contagio, para dar a conocer la situación crítica en que se encuentran muchos compatriotas.
Precisamente, uno de los episodios que mucho se cuestionan en este proceso, el de las personas que desobedecen las medidas de aislamiento social, es porque no tienen más alternativas que salir a buscar el sustento.
Exceptuando a los muchos inconscientes e irresponsables que en estos días han salido en caravana a las calles y a las rutas del país, buscando pasar la Semana Santa de la mejor manera posible en localidades del interior, también son muchas las personas que han debido salir de sus casas por necesidad, en busca de poder cumplir algún trabajo para ganar algún dinero, porque ya no tienen recursos y la prometida ayuda estatal nunca llega.
Es cuestionable la excesiva burocracia y demora estatal en momentos en que cada hora que corre es vital y se expone a mucha gente a la disyuntiva a exponerse a morir contagiada de coronavirus o morir de hambre.
Si no fuera por las muchas campañas de solidaridad de pobladores y vecinos con más recursos, empresas privadas y ciudadanos sensibles, que realizan cruzadas de donación de víveres y ollas populares, muchos pobres estarían ya en la inanición.
No puede ser que el Gobierno central, las gobernaciones y los municipios no tengan un padrón actualizado de sus habitantes. La falta de datos estadísticos de la población tiene que ver con la desidia de tantos años.
Para el Estado y las autoridades políticas, los pobres solamente eran relevantes a la hora de contar con sus votos en las elecciones, pero no para preocuparse del sustento. Se gastaron millones de guaraníes en confeccionar y mantener al día el registro electoral, pero hoy las autoridades no pueden precisar en dónde están los más pobres.
Es una de las prioridades a tener en cuenta entre las muchas transformaciones que urge realizar a partir de la actual emergencia.