“La situación humanitaria es dramática y las necesidades son enormes y de diversa naturaleza. Los bombardeos han causado la destrucción de edificios públicos y residenciales, así como de la infraestructura de la ciudad”, explicó el jefe de la oficina del CICR en Donetsk (este ucraniano), Joan Audierne.
La localidad, que es un nudo de transporte clave, quedó bajo control de los separatistas tras una batalla que prosiguió incluso después de decretarse el último alto al fuego, en vigor desde hace una semana. “Nos organizamos para entregar la ayuda humanitaria en cuanto la situación de seguridad lo permitiera”, dijo Audierne.
Donetsk y Lugansk son las regiones del este de Ucrania en gran parte controladas por los rebeldes prorrusos, que se alzaron en armas contra el gobierno de Kiev hace diez meses.
Audierne dirigió personalmente el convoy humanitario, compuesto por cinco camiones.
“Las personas han permanecido en los sótanos durante los últimos días y empiezan a salir solo ahora, después de que terminaron los combates”, agregó.
La organización humanitaria entregó también suministros médicos al único centro de atención de salud primaria que funciona, tras el cierre del hospital. EFE