18 jun. 2025

La cárcel que no es cárcel, ¿qué es?

Susana Oviedo - soviedo@uhora.com.py

No tengo claro desde qué época empezaron a remitir allí a personas detenidas. Lo que sí recuerdo es que inicialmente se consideraba al local de la Agrupación Especializada (AE) de la Policía Nacional como un reclusorio alternativo a Tacumbú, destinado a cierto nivel de personas que no podían mezclarse con una población penal tan variopinta y densa como la de la mayor penitenciaría nacional, ultrasaturada y corrompida hasta límites inconmensurables.

Con el tiempo, la AE, en un proceso metamorfósico fallido, devino contra su propia naturaleza en un reclusorio de alta seguridad.

Al comienzo de la etapa democrática, allí habían ido a parar oscuros personales como los ex torturadores de la época de la dictadura, mezclados con polibandis, y en los últimos años, reclusos de alta peligrosidad como Alcides Oviedo, uno de los fundadores del EPP, para terminar albergando también a peces gordos del narcotráfico.

Los más recientes: Jarvis Chimenes Pavão, Reinaldo Cabañas y Marcelo Pinheiro Veiga, alias Piloto.

Este último, hace poco más de dos semanas asesinó en su propia “celda departamento“ a una jovencita que, a pedido del interno, acudió al reclusorio para prestarle servicios sexuales. Visita que no se daba por primera vez, confirmaron luego, y cuyo fatal desenlace desnudó la otra cara de esta cárcel que no es cárcel, pero que se utiliza como tal. Un lugar donde las reglas tampoco son tales. Son laxas y funcionales al poder económico del interno. Como ocurre en la mayoría de las penitenciarías que sí se crearon para funcionar como tales.

Aunque con la diferencia de que en la masa de internos que recluyen son contados los que con su poder económico pueden flexibilizar cualquier reglamento y vivir el encierro como en un cómodo hotel.

La Agrupación Especializada, que es y no es una cárcel, plantea cuestiones de fondo que pasan de un gobierno a otro, sin que, hasta ahora, alguno haya hecho algo para cambiar lo que está mal.

Cada vez que sucede una nueva atrocidad allí, salta como primera justificación que esa no es una cárcel y que la Policía no está para fungir de guardiacárcel 24 horas al día.

Entonces, ¿por qué de una vez por todas no se revierte tal situación? Si existiera una política penitenciaria, no estaríamos repitiendo episodios como el que tuvo lugar el fatídico sábado 17 de noviembre en la celda del brasileño Marcelo . Tampoco habría sucedido un hecho tan irregular como peligroso y lamentable como el permitir el ingreso de niños al penal de Tacumbú, algunos para quedarse por varios días con el familiar recluido y otros, bajo la fuerte sospecha de que ingresaban para ser explotados sexualmente. La consigna es: Si hay plata, todo se puede, y todos ganan. Incluyendo quienes administran y custodian los reclusorios.

Transcurrieron los famosos primeros cien días del nuevo gobierno. ¿Existe ya una política penitenciaria y modelo carcelario, o todo se reducirá a construir nuevos penales?

Tanto es el descuido en este sector, que Paraguay no cuenta con una institución que capacite y profesionalice la función del personal de seguridad de las penitenciarías, para convertirla en una carrera con salarios acordes a la actividad, seguro de vida e incentivos por buen desempeño.

Hay demasiados interesados en que sigan habiendo cárceles que no son cárceles y reglas que no se cumplen.