La Iglesia nos muestra en el evangelio de la Misa hoy la vocación de nuestra Madre, santa María, cuyo relato se parece mucho al de nuestra vida. Toda llamada es una vocación a la alegría.
Las palabras del ángel se posan sobre los miedos humanos, disolviéndolos con la fuerza de la buena noticia de la que son portadoras. El haber “encontrado gracia ante Dios” significa que el Creador aprecia la belleza única de nuestro ser y tiene un designio extraordinario para nuestra vida.
Delante de Dios hallan gracia las almas sencillas, las que se dejan querer y elevar hasta la santidad más grande. Nada hay que deleite tanto a un padre como ver brillar a sus hijos. «Hágase en mí según tu palabra».
Adviento es un tiempo de alegría, de gozo, de paz. Sabemos que no van a desaparecer las dificultades pero estamos salvados cuando aprendemos a decir que sí a la acción de Dios. «María nos invita a decir también nosotros este “sí”, que a veces resulta tan difícil (...).
Al inicio puede parecer un peso casi insoportable, un yugo que no se puede llevar; pero, en realidad, la voluntad de Dios no es un peso. La voluntad de Dios nos da alas para volar muy alto, y así con María también nosotros nos atrevemos a abrir a Dios la puerta de nuestra vida, las puertas de este mundo, diciendo “sí” a su voluntad».
(Frases extractadas de https://opusdei.org/es/article/meditaciones-20-diciembre-adviento/).