29 jun. 2025

Karai Agustín

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Agustín de Hipona , conocido también como san Agustín

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El 28 de agosto se recuerda a Agustín de Hipona, bueno, algunos todavía recuerdan a este grande de la historia... Si fuera baterista de los Rollings quizás habría tremenda repercusión de sus pensamientos y de su vida en estos días, porque como ellos, él también gritó en su juventud ‘yo no tengo satisfacción’...

Si tuviéramos la oportunidad de difundir solo algunas de sus reflexiones en remeras de moda, causaríamos tanto revuelo como la famosa lengua de los legendarios británicos. Como aquella de Ama y haz lo que quieras o El amor es la belleza del alma.

Si soñáramos visitar su tumba hoy en un sitio significativo, la pondríamos quizás en el bello Monumental de Milán. Sí, allí donde descansan Giussani y Manzoni, allí donde Agustín fue mirado con gran ternura por el luminoso Ambrosio.

En el Museo cementerio de la ciudad donde Agustín, a los 33 años, tuvo un encuentro, resplandeciente como el dramático y bello que tiene la noche más oscura al toparse con el alba... “Aquí descansa aquel sediento de verdad” sería una frase provocativa, quizás más que las hacen los reyes del espectáculo contemporáneo. Es que para muchos es una novedad absoluta, por el imperio de esta lógica mercantilista y de poder engañoso que domina tantos espacios y censura incluso la pregunta más elemental sobre el sentido de la vida. Parece imposible o ridícula, pero esa sed existe, a pesar de la locura de este tiempo, de la densidad del pensamiento único que acapara las vidrieras mediáticos, a pesar de los escándalos de quienes dicen ser sus dueños, a pesar del cansancio y de las traiciones...

Es un deseo humano tan profundo que ni toda la censura que existe hoy sobre el sufrimiento, la enfermedad o la muerte, que suelen ser grandes despertadores del alma, logra acallarlo...

Agustín no encontró una frasecita cursi, ni un concepto cool de la religión de su madre Mónica, él fue abrazado por la verdad, interiormente, existencialmente, luego de una búsqueda implacable. Solo eso ya vale un recuerdo de don Agüi...

Escribo este comentario esperando en el pasillo de un hospital el resultado de la cirugía de mi hija mayor.

Es notable, la luz de tantas miradas con las que me estoy cruzando, las experiencias que en estas largas horas escucho, la soledad de algunos, la angustia de otros, la alegría de quienes obtienen el alta y se van, las ganas de compartir historias incluso con extraños que en estas circunstancias se vuelven cercanos...

No es un guion de novela turca, ni una épica nacionalista, no es una moraleja perfecta, la búsqueda de sentido, aquí y ahora, es tan dramática como en el siglo IV. Cómo se hace actual y presente toda esa batería de preguntas y las posibilidades que se abren, cuando estamos atentos a la realidad...

¡Qué gran poder ha de esconder ese ‘caritas in veritas’ que tanto atemoriza a los verdugos de guantes blancos e ideólogos de este tiempo de protocolos, legalismos y reseteos globalistas! Y, sin embargo, nuestro corazón, como el de Agustín, siempre estará inquieto y anhelante de este vital encuentro.

No nos es lícito desistir de nuestras preguntas, no nos es lícito desertar de la experiencia humana más esencial. Aunque algunos ofrecen ya un mundo post verdad o transhumanista porque absolutizan la duda y reprimen todo indicio de certeza, en vez de partir ella y avanzar. Caminan así hacia el fracaso y la tristeza. Pero la humildad de los sencillos, nos salva de esa trampa. Es lo que se percibe en este pasillo de hospital o en la vida más común y aparentemente intrascendente. Abajo se capta mejor todo.

Por eso vale la pena usar la razón, la voluntad y la memoria en esta búsqueda de libertad personal con consecuencias sociales como las que describía Agustín de Hipona en la Ciudad de Dios...

Listo, está hecha la invitación para releer Las Confesiones u otros textos vivos de ese gran buscador inconformista.