Por Guido Rodríguez Alcalá |
El jopo es el recurso del dictador de Corea para parecer más alto. También el tipo usa tacos altos para parecer más alto. ¿Cuántos años tiene? Según la versión oficial, Kim Yong-il nació en 1942. Según personas entendidas, nació antes. El léka se quita años para hacerse el galán y desalentar a la oposición. Tampoco se sabe dónde nació ni qué le pasó hace algún tiempo, cuando desapareció (probablemente, a causa de una enfermedad grave). El misterio rodea lo que él es y lo que él hace. Pero se sabe que es uno de los peores tiranos del momento. A su lado, Stroessner parece un santo varón.
La opinión mundial está alarmada porque Kim lanzó un cohete; él dice que para poner en órbita un satélite con fines pacíficos. Una verdad a medias. El mismo tipo de cohete que se usa para poner en órbita un satélite, también se puede usar para mandar una bomba atómica a otro país. Como Kim tiene la bomba atómica, nadie cree que sus intenciones sean pacíficas. Por suerte, querer no es poder.
El día del lanzamiento del cohete, un experto apareció en la BBC para hablar del asunto. Según el experto, el cohete lanzado tenía un alcance de unos 4.000 kilómetros; o sea que no podía llegar hasta Estados Unidos. Además, la carga que llevaba el cohete era de 100 a 200 kilos; una carga atómica pesa 1.000 kilos. Para mandar una bomba atómica a larga distancia, Kim necesita: (1) aumentar la potencia de su cohete y (2) achicar su bomba. Es relativamente fácil hacer una bomba atómica grande; lo difícil es achicarla para que quepa en un cohete intercontinental (a Estados Unidos le llevó años esa reducción). Además, un cohete intercontinental necesita salir de la atmósfera y volver a entrar en ella; a la velocidad que lleva, eso no es nada fácil. En resumen, decía el experto, el experimento de Kim no es una amenaza inmediata. Lo decía cuando aún no se sabía que el cohete cayó al mar, lo cual disminuyó la amenaza.
Podemos agregar que Corea del Norte es un país donde la gente pasa hambre. En la década de 1990, millones de personas murieron de hambre a causa de una carestía. Muchas seguirían muriendo sin la ayuda de otros países (China, Canadá, Corea del Sur), que dan comida y combustible. Al mismo tiempo, ese país paupérrimo tiene tecnología militar avanzada: sólo ocho países en el mundo son capaces de colocar en órbita un satélite. Como otros déspotas, el de Corea del Norte no toma en cuenta para nada la situación de sus paisanos, sus principales víctimas.
Como otros tiranos, Kim no es normal, pero tampoco está loco. Es increíblemente astuto para conservar el poder. Con el cohetazo quería fomentar el orgullo nacional de sus súbditos y chantajear a las potencias internacionales. Desde hace años, su diplomacia se puede resumir así: o me pagan, o hago una bomba atómica. Clinton pensó en derrocarlo, pero un análisis le mostró que un ataque podía costar un millón de muertos. Por eso optó por andar bien con él como mal menor. Bush lo incluyó en el “eje del mal” y el señor fabricó su bomba atómica. Bush debió ceder.
El reciente experimento balístico fue un desafío de Kim, y también una muestra de las limitaciones de su poder. No se debe exagerar el alcance de ese poder para volver a ciertas posturas de la guerra fría. La reducción de las armas atómicas puede y debe seguir al margen de los desplantes del dictador coreano.