María Magdalena ha vuelto al sepulcro. Conmueven el cariño y la devoción de esta mujer por Jesús aun después de muerto. Ella había sido fiel en los momentos durísimos del Calvario, y el amor de la que estuvo poseída por siete demonios sigue siendo muy grande. La gracia había arraigado y fructificado en su corazón después de haber sido librada de tantos males.
María se queda fuera del sepulcro llorando. Unos ángeles, que ella no reconoce como tales, le preguntan por qué llora. Se han llevado a mi Señor, les dice, y no sé dónde lo han puesto. Es lo único que le importa en el mundo. A nosotros también es lo único que nos interesa por encima de cualquier otra cosa.
Dicho esto -nos sigue narrando el Evangelio de la Misa-, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. María no ha dejado de llorar la ausencia del Señor. Y sus lágrimas no le dejan ver cuando lo tiene tan cerca. Le dijo Jesús: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”. Vemos a Cristo resucitado sonriente, amable y acogedor. Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: “Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré”. Bastó una sola palabra de Cristo para que sus ojos y su corazón se aclarasen.
Jesús le dijo: "¡María!” La palabra tiene esa inflexión única que Jesús da a cada nombre -también al nuestro- y que lleva aparejada una vocación, una amistad muy singular. Jesús nos llama por nuestros nombres, y su entonación es inconfundible.
Jesús nos llama muchas veces por nuestro nombre, con su acento inconfundible. Está muy cerca de cada uno. El ejemplo de María Magdalena, que persevera en la fidelidad al Señor en momentos difíciles, nos enseña que quien busca con sinceridad y constancia a Jesucristo acaba encontrándolo. En cualquier circunstancia de nuestra vida le hallaremos mucho más fácilmente si iniciamos nuestra búsqueda de la mano de la Virgen, nuestra Madre, a quien le decimos en el Salve: “Muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre”.
(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal)