El Señor se sienta como rey eterno, el Señor bendice a su pueblo con la paz, nos recuerda una de las antífonas de la misa.
En la fiesta de hoy oímos al Señor que nos dice en la intimidad de nuestro corazón: Yo tengo sobre ti pensamientos de paz y no de aflicción, y hacemos el propósito de arreglar en nuestro corazón lo que no sea conforme con el querer de Cristo.
A la vez, le pedimos poder colaborar en esa tarea grande de extender su reinado a nuestro alrededor y en tantos lugares donde aún no le conocen. A esto hemos sido llamados los cristianos, esa es nuestra tarea apostólica y el afán que nos debe comer el alma: lograr que sea realidad el reino de Cristo, que no haya más odios ni más crueldades, que extendamos en la tierra el bálsamo fuerte y pacífico del amor. Esto solo lo lograremos acercando a muchos a Jesús, mediante un apostolado constante y eficaz entre las personas que diariamente pasan cerca de nuestra vida.
El papa Francisco, en oportunidad de la misa en la conclusión del jubileo de la misericordia, dijo: “El mostró el camino en tres figuras mirando a Jesús en la cruz: La gente que mira, el grupo que se encuentra en las proximidades de la cruz y un malhechor crucificado al lado de Jesús”.
“En primer lugar, el pueblo: El evangelio dice que estaba mirando. Ninguno dice una palabra, ninguno se acerca. El pueblo está lejos, observando qué sucede. Es el mismo pueblo que por sus propias necesidades se agolpaba entorno a Jesús, y ahora mantiene su distancia. Frente a las circunstancias de la vida o ante nuestras expectativas no cumplidas, también podemos tener la tentación de tomar distancia de la realeza de Jesús, de no aceptar totalmente el escándalo de su amor humilde, que inquieta nuestro yo, que incomoda.
“Hay un segundo grupo, que incluye diversos personajes: los jefes del pueblo, los soldados y un malhechor. Todos ellos se burlaban de Jesús. Le dirigen la misma provocación: Sálvate a ti mismo”.
“Si es Dios, que demuestre poder y superioridad. Esta tentación es un ataque directo al amor: Sálvate a ti mismo (v. 37, 39); no a los otros, sino a ti mismo. Prevalga el yo con su fuerza, con su gloria, con su éxito. Es la tentación más terrible, la primera y la última del evangelio. Pero ante este ataque al propio modo de ser, Jesús no habla, no reacciona. No se defiende, no trata de convencer, no hace una apología de su realeza. Más bien sigue amando, perdona, vive el momento de la prueba según la voluntad del Padre, consciente de que el amor dará su fruto”.
“Para acoger la realeza de Jesús, estamos llamados a luchar contra esta tentación, a fijar la mirada en el crucificado, para ser cada vez más fieles. Cuántas veces en cambio, incluso entre nosotros, se buscan las seguridades gratificantes que ofrece el mundo. Cuántas veces hemos sido tentados a bajar de la cruz.
Finalmente el tercer personaje: “el malhechor que le ruega diciendo: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”.
“Esta persona, mirando simplemente a Jesús, creyó en su reino. Y no se encerró en sí mismo, sino que con sus errores, sus pecados y sus dificultades se dirigió a Jesús. Pidió ser recordado y experimentó la misericordia de Dios: “hoy estarás conmigo en el paraíso” (v. 43).
“Pidamos también nosotros –ha concluido– el don de esta memoria abierta y viva. Pidamos la gracia de no cerrar nunca la puerta de la reconciliación y del perdón, sino de saber ir más allá del mal y de las divergencias, abriendo cualquier posible vía de esperanza.
Como Dios cree en nosotros, infinitamente más allá de nuestros méritos, también nosotros estamos llamados a infundir esperanza y a dar oportunidad a los demás.
“Nos acompaña la Virgen María, también ella estaba junto a la cruz, allí ella nos ha dado a luz como tierna Madre de la Iglesia que desea acoger a todos bajo su manto. Ella, junto a la cruz, vio al buen ladrón recibir el perdón y acogió al discípulo de Jesús como hijo suyo. Es la Madre de misericordia, a la que encomendamos.
(Frases extractadas de http://homiletica.org/francisfernandez/franciscofernandez0825.htm y http://www.asianews.it/noticias-es/Papa:-Se-cierra-la-Puerta-santa,-permanece-siempre-abierta-de-par-en-par-la-verdadera-puerta-de-la-misericordia,-que-es-el-Coraz%C3%B3n-de-Cristo-39187.html).