20 abr. 2024

Itaipú

Yan Speranza, presidente del Club de Ejecutivos del Paraguay

Itaipú siempre ha estado presente en nuestros debates públicos de diferentes maneras, pero como nos acercamos aceleradamente a los 50 años de la firma del tratado inicial con Brasil, se han disparado los comentarios, discusiones, posiciones y posturas diversas sobre como debemos encarar el futuro del principal activo que tenemos como país.

Ocurre que al cumplirse esos ya famosos 50 años, el propio tratado establece que las partes –Paraguay y Brasil– deben sentarse a revisar el Anexo C del mismo, que se refiere a las bases financieras y de como se fija la tarifa de la energía que vende la Hidroeléctrica a ambos países.

Ahora bien, la obligación establecida es de revisar este anexo mencionado, pero si las partes no se ponen de acuerdo en potenciales cambios o modificaciones en las reglas de juego actuales, el tratado seguirá vigente tal cual se encuentra hoy en día.

En otras palabras, el tratado no tiene fecha de vencimiento y en realidad se pueden hacer cambios en cualquiera de los anexos, siempre y cuando las partes acuerden las modificaciones y estas se ratifiquen por los respectivos congresos nacionales. De hecho, esto ha ocurrido en varias ocasiones en los últimos 46 años.

Sabemos que con las reglas actuales del tratado y particularmente de su Anexo C, el precio de venta de lo producido por Itaipú, debe ser igual al costo de producción, con lo cual la naturaleza de este emprendimiento es que no genere lucro, utilidades o excedentes. Su objetivo explícito fue aprovechar el potencial hídrico del caudaloso Río Paraná para fomentar el desarrollo de los pueblos a través de la producción de energía limpia y renovable.

Por ello, si no llegamos con el Brasil a un acuerdo mutuo que modifique la forma de fijación de la tarifa actual, la misma sufrirá una fuerte reducción cuando los costos de producción se reduzcan significativamente.

Eso es lo que ocurrirá cuando la Itaipú termine de pagar su deuda, que representa alrededor de dos tercios de su costo de producción. De acuerdo con el cronograma de pagos de dicha deuda, que hoy está en aproximadamente unos USD 2.000 millones , la misma ya baja bastante a unos USD1.400 millones en el 2022 y queda en 0 en el 2023.

Es decir, si nada cambia en las reglas actuales del tratado, el precio de la energía que adquieren los países a través de la ANDE y Electrobrás, bajará automáticamente en el 2022 y más fuertemente aún en el 2023.

Cualquier cambio a la situación actual, debería lógicamente responder a las estrategias de desarrollo y los intereses de los países que forman parte de este tratado.

En dicho sentido, parecería ser que esta baja sustancial del precio de la energía se alinea perfectamente a los intereses de un país como Brasil, que tiene un fuerte sector industrial que necesita mejorar su competitividad y luchar contra el elevado costo Brasil.

Como la energía de Itaipú representa alrededor del 16% del total del consumo de Brasil, una baja sustancial del precio de la misma, ayudará sin dudas a bajar el costo promedio total. Además, podrá seguir adquiriendo la parte paraguaya que esta no contrata porque no puede consumirla, pues así también está indicado en el tratado.

Las señales iniciales de Brasil desde hace un buen tiempo apuntan en esta dirección y desde el Paraguay debemos construir una narrativa y propuesta que justifique un cambio en las reglas actuales, basados obviamente en nuestros propios intereses y estrategia de desarrollo.

No vemos aún señales o mensajes claros desde nuestro Gobierno en este sentido y la tarea negociadora será enorme realmente, por todo lo que implica.

Pero más allá de ello, en un tema tan urgente e importante para nuestro propio desarrollo, esto no puede quedar solo en manos del Gobierno, y desde los diferentes sectores debemos profundizar y discutir sobre lo que realmente nos conviene como país.

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