“En este momento, este anciano se decide a dejar la hechicería, a dejar el naco (...) y en este momento ya apartamos estos (elementos) que son sus creencias (...) y en el nombre poderoso de Jesucristo todas estas cosas haremos a un lado”, dice el pastor de la iglesia pentecostal Príncipe de Paz, Serafín Navarro, en un video, mientras pasea con decisión en la casa del anciano indígena Leguizamón Rivarola (97) –de la comunidad mbya guaraní Ko’e Poty, del Departamento de Caaguazú–, y aparta las varitas de tacuara y las hojas de tabaco, a las que renuncia supuestamente el “brujo” de la comunidad, rompiendo inclusive algunas piezas.
Por esta acción “evangelizadora” de Navarro, que fue ampliamente difundida por las redes sociales y algunos medios de comunicación, la directora de Derechos Étnicos del Ministerio Público, Dora Penayo Montiel, presentó una denuncia contra el predicador ante la Oficina de Denuncias Penales para investigarlo por los siguientes hechos punibles en los que habría incurrido: contra la propiedad, contra la tolerancia religiosa y contra los pueblos, genocidio y crímenes de guerra.
“Es categórico que nadie tiene derecho a disponer de las pertenencias de los indígenas y menos destruirlas, por lo que se debe dejar constancia de que se violaron los derechos de una persona indígena en un ámbito comunitario, así como de todo un pueblo indígena. Esos preceptos constitucionales fueron garantizados para la comunidad”, refiere la denuncia.
Defensa. Luego de recibir una lluvia de críticas, el pastor grabó un nuevo video el pasado jueves, demostrando que devolvía los objetos al anciano de la comunidad mbya guaraní, “porque a algunos de sus parientes no les gustó que haya llevado, acá le devuelvo todos los objetos que usa nuestro abuelo acá y se lo devolvemos”. Dice en la grabación que hace la aclaración del tema, ya que “todo es mentira lo que se opina” la gente en las redes sociales. “El abuelo vivía atormentado por los espíritus”, se justifica.