Mientras, los fieles observaban esta inédita escena en un sitio que suele estar copado de personas cada 8 de diciembre. Esta vez la pandemia del Covid-19 evitó la aglomeración de católicos en el lugar.
A los pocos segundos, a paso lento y apoyado en su báculo, Valenzuela comenzaba la solitaria procesión en medio de la explanada rumbo al altar, para iniciar la santa misa.
Los doscientos metros de peregrinación parecía que no iban a terminar por el impacto de la transmisión.
Usualmente, la gente hace turnos de hasta 48 horas para permanecer en esos lugares y ser testigos de primera fila de las celebraciones eucarísticas cada 8 de diciembre. Una vez que tocó las puertas del templo, el religioso se topó con una cruz antes de continuar su camino hasta el altar de la Basílica.
Esta corta peregrinación en soledad fue una de las más impactantes imágenes de la tradicional celebración de Caacupé.