Aunque resulta comprensible la urgencia por retornar a las actividades laborales y económicas tras casi dos meses de reclusión domiciliaria, el cronograma establecido por las autoridades sanitarias para flexibilizar la cuarentena de manera gradual y controlada no se ha cumplido adecuadamente, lo cual puede tener graves consecuencias en el aumento de contagios con el coronavirus.
Estaba previsto que unas 700.000 personas se reincorporen a sus puestos laborales en la primera fase de la apertura, sumándose a otras 750.000 que ya lo estaban haciendo como en los grupos exceptuados. Desde las primeras de ayer hubo un movimiento intenso de vehículos, motocicletas y trabajadores, principalmente en las ciudades del Área Metropolitana y las localidades más populosas del interior, pero muchos se encontraron con dificultades para poder llegar a sus puestos laborales por la escasa cantidad de unidades del transporte público.
Los miembros del Centro de Empresarios del Transporte del Área Metropolitana (Cetrapam) han defraudado con un deficiente servicio de transporte público y al permitir que los pasajeros viajen encimados, poniendo en grave riesgo la salud, según las diversas denuncias con fotos y videos que compartieron los propios usuarios. También fue llamativa la falta de control por parte del Viceministerio de Transporte para hacer cumplir las disposiciones gubernamentales de protección sanitaria en los ómnibus.
A este penoso panorama se sumaron aglomeraciones de personas para ingresar a instituciones públicas como el Departamento de Identificaciones de la Policía o el edificio del Poder Judicial, sin guardar la distancia reglamentaria. Además de la falta de conciencia ciudadana se ha notado la ineficacia de los responsables de dichas reparticiones estatales en hacer cumplir las propias disposiciones.
Todos debemos entender que la flexibilización llega para dar un respiro a la crisis que se instaló en la economía, pero no para bajar la guardia ante el avance del coronavirus. Tras este primer día de desborde, es de esperar que la propia ciudadanía adquiera mayor conciencia y mejore el comportamiento social, para evitar que la situación se agrave. También hace falta que las autoridades sean más eficientes en los mecanismos de control, respetando siempre los derechos cívicos. Sería una pena que el proceso se deba suspender por la irresponsabilidad colectiva y que debamos perder todos los importantes avances que hemos podido lograr hasta ahora en la contención de la pandemia.