El jopara nuestro es bastante útil para graficar en mejor forma ideas que a veces son colocadas en un lenguaje diplomático y vago. Cuando se dice por ejemplo: “Significativamente corrupto” no tiene mucho sentido en la traducción al español de la expresión del inglés, pero cuando lo traducimos al jopara es elocuente, grave y poderoso: Ikáchova. Así se dice cuando algo es tan ofensivo que agrava la propia realidad que se describe. Así son nuestros corruptos que esta semana los EEUU han sumado tres más a su lista de seis anteriores capitaneados por Horacio Cartes y Hugo Velázquez. Estos dos ya subieron dos escalones superiores con las sanciones que aplicó el departamento del Tesoro y cuyo plazo de dos meses fenece hoy a la medianoche. Ahí se verá si han vendido sus empresas por no poder operar en las condiciones establecidas en la sanción ajustadas a las leyes americanas o han hecho soluciones a la paraguaya, dejando las propiedades como anticipo de herencia a los hijos sancionados o a la hermana sospechada en el caso de Cartes. Eso lo sabremos esta semana y tiene razón cuando el presidente de la ANR afirmó ante sus seguidores que pasa tiempos difíciles y que les agradece a sus correligionarios que todavía no le suelten la mano.
El precipicio que se viene es imposible de sortear. González Daher murió en el intento y los otros cinco que quedaron antes de los tres actuales, varios han recorrido tribunales, pasado un tiempo en prisión y sin futuro absoluto en nada. El golpe al maxilar ha sido tan duro que algunos están aún aletargados por el impacto en la cara que no saben dónde esconder su vergüenza. Los últimos tres considerados peces pequeños en comparación a los de tamaño mayor que pululan en nuestra laguna de corrupción envían un mensaje en torno a que no habrá compasión con los de peso o tamaño menor y que irán a por todos. Los que creían que era solo para los grandes ahora tienen tres de su prosapia que muchos estarán diciendo: “Cambiemos de rubro porque lo que viene es feo”. Otros dirán que nunca quisieron luego ir a Orlando a ver al Mickey Mouse y harán como qué las sanciones son para ellos irrelevantes, pero... se equivocan. En un país como el nuestro, tan dado a la impunidad, estas cosas mueven los traseros de fiscales y de jueces como lo hizo en la semana el jefe del Ministerio Público que reabrió carpetas de investigación contra Horacio Cartes, Velázquez y Duarte, justamente sancionados por corruptos ikáchova. Tal vez sin el anuncio que dejó sin sueño a muchos, las carpetas seguirían durmiendo en la Fiscalía porque no se puede procesar a alguien de “perfil alto” como lo declaró cómplicemente el fiscal Legal. Hasta la propia hermana de Sandra Quiñónez ha sido enviada al exilio de Bahía Negra luego de obscurecer por años el departamento de transparencia del Ministerio Público. Ahora podrá dedicarse a la pesca y combatir los mosquitos en ese remoto poblado del norte paraguayo.
Entre nosotros nada se mueve si no se agita antes de usar. Es como los medicamentos, hay que mover violentamente el envase para luego consumirlo. Nuestros corruptos están preocupados y saben que el margen de maniobra se les achica. No tienen recursos económicos y acostumbrados a ese combustible lucen desconcertados, de malhumor y perdidos. Cartes en 10 años lo pudrió todo al punto de convertir un centenario partido en un burdel a cielo abierto. Tal vez lo que acontezca como resultado de estas designaciones es que emerja una nueva dirigencia que no acepte la humillación de ser tratados como meretrices de forma orgullosa y vil.
Hay que dejar de enamorarse del corrupto cualquiera sea su tamaño. Ellos perjudican todas las relaciones personales e institucionales. EEUU ayuda con lo que puede y en la medida de sus posibilidades, pero nuestros corruptos no deben ser sujetos de admiración sino, de repudio y de sanciones. No pueden ser vitoreados ni alzados en andas por sus colegas, como el caso del corrupto Jorge Bogarín Alfonso.
Todo lo que tocan lo pudren y la corrupción en la que vivimos no da más. Necesitamos un mbarete ikáchova entre nosotros para espantar los fantasmas que nos han sacado los sueños y las ilusiones en democracia. Todavía podemos.
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