Contra viento, frío, lluvia, calor, Arminda Machado pudo. Madre de tres niños, uno de ellos con discapacidad, se esforzó por culminar los seis meses de capacitación del programa Ikatu Ñandejára oî che ndive, de la Fundación Santa Librada. Al igual que otras 42 madres, Arminda recibió ayer el certificado de los cursos impartidos por la Sinafocal y el SNPP. Todas son oriundas de los asentamientos Costa Sosa y San Cayetano, ubicados en Luque.
Arminda no iba sola a las clases. Llevaba consigo a su hijo de seis años que padece de la discapacidad en la pierna. Una de las docentes contó que la joven madre lo llevaba en hombros desde el asentamiento San Cayetano. Luego pudo comprarse una moto.
“Decía que no podía venir, porque tenía que cuidarle a mi hijo. La profesora que me habló, me dijo que iba a haber una guardería”, contó.
Las ganas de estudiar y superarse, impulsaron a Arminda a seguir. “Muchas cosas aprendí. Me gusta mucho la confitería. Pensaba que no iba a poder y sí pude. Como mujer me siento mejor y me animo más”, cuenta al borde de las lágrimas por la emoción. El certificado fue un regalo anticipado, logrado por su propio esfuerzo, por los 25 años de vida que cumple hoy.
Programa. A Arminda se sumaron Daysi Alfonso y Aída. La capacitación de Ikatu comprendió dos fases, relata Cynthia Melgarejo, coordinadora de proyectos de la fundación.
La primera fase tiene una duración de tres meses. Esta etapa es considerada de sanación, donde las mujeres aprenden a conocer su valor como personas. Además aprendieron sobre sus derechos, obligaciones y pautas de crianza positiva. También, quienes necesiten, reciben asesoría legal.
La segunda fase tiene que ver con la capacitación misma en diversos oficios, como peluquería, confitería, colorimetría, atención al cliente, manualidades, etcétera.
Las clases se desarrollaron de manera intensiva, llegando a las seis horas por día. Algunas, como Daysi, ya iniciaron su propio microemprendimiento. Arminda quiere seguir el mismo camino.
En algún momento pensé en dejar todo porque me costaba mucho venir con mis hijos cada día. Arminda Machado, beneficiaria.