Nada es más grato para las familias paraguayas que juntarse mayoritariamente en un gran encuentro hogareño para homenajear a las madres en su día, con un sabroso asado o un delicioso almuerzo, con entrega de regalos, ramos de flores, serenatas y lindos discursos a la hacedora de nuestros días, otra linda tradición que este año, por segunda vez consecutiva, será difícil de llevar a cabo en la modalidad acostumbrada, al menos sin poner en riesgo a los seres queridos a más posibilidades de contagio con el Covid-19.
Las celebraciones tendrán que realizarse en núcleos reducidos y con todos los cuidados sanitarios recomendados.
Dedicarle un día especial a las madres es una costumbre que data de muchos siglos atrás y está presente en la mayoría de los pueblos y civilizaciones. Las primeras celebraciones se remontan a la antigua Grecia. Las fechas y motivaciones difieren, pero en muchas naciones son principalmente en mayo. En el Paraguay, el 15 de mayo tiene una significación especial, porque une el homenaje en continuidad con la conmemoración de la Independencia Nacional, asociando a la madre de familia con la madre Patria, ambas cunas de vida y forjadoras de identidad.
Este Día de la Madre, en particular, nuevamente se ve empañada por la situación de pandemia. La situación crítica permite, sin embargo, revalorizar aún más el rol de las mujeres, que además del que habitualmente se les encarga, el de sostener en gran parte la crianza de los hijos y el funcionamiento del hogar, al que han sumado realizar carreras y desempeñar empleos, debiendo también en esta emergencia asumir otros, como el de posibilitar la educación escolar en modalidad virtual.
Aparte de todas las funciones que deben asumir, ante la imposibilidad de que los chicos acudan en forma presencial a la escuela, desde el inicio del enclaustramiento han debido ocuparse de guiarlos en las conexiones a las aulas digitales y asumir el rol que los educadores no pueden cumplir a distancia. Es decir, además de madres, trabajadoras y mucho más, también maestras.
Todos somos conscientes del rol histórico que las mujeres han cumplido y siguen cumpliendo en la azarosa vida nacional. Heroínas y residentas en la Guerra Guasu, han debido cargar sobre sus hombros la reconstrucción de una nación devastada por la trágica contienda.
No hay que olvidar además la gran proporción de las madres solteras y de las niñas madres, una dramática realidad que persiste. El abandono de la responsabilidad en el ejercicio de la paternidad sigue siendo elevada, una tarea que requiere mucho de educación y creación de conciencia, como también de sanción en falta de derechos. Cada año, unos 100.000 niños son anotados en el Registro Civil solamente por sus madres. El 37,2% de las jefaturas del hogar están ocupadas por mujeres solas, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Esta es la realidad que también debemos comprometernos a transformar solidariamente, más allá de los ramos de flores, de las serenatas y los lindos discursos que se les dedica a las madres en esta fecha emblemática.