HEROÍSMO 1. Antonella Mateu tiene 16 años. Es mejor alumna de su colegio, el Complejo Educativo NUR de Villa Hayes y fue invitada a la asunción del gobernador de Presidente Hayes, Rubén Rousillón.
Al ver tanta adulonería hacia el gobernante, no se pudo contener. Ella sabía quién es él, miembro del célebre Clan Núñez, caudillos colorados que vienen manejando la región como un feudo político, en medio de negociados y actos arbitrarios. Ella sabía que Rousillón está imputado por el desvío de 30.000 millones de guaraníes de fondos de ayudas sociales, durante la gobernación de Óscar Núñez. Aun así, pudo ganar las elecciones y ahora es gobernador.
Así que Antonella se levantó y lo llamó “ladrón”. Le dijo que debía estar en la cárcel y no frente a la Gobernación. Los guardias la echaron. Asistentes adulones le gritaron “¡drogadicta!” y los directivos de su propio colegio decidieron castigarla, suspendiendo su asistencia a clases.
Hoy Antonella camina por las calles de Villa Hayes con el rostro altivo, junto a sus padres. Algunos conciudadanos bajan la cabeza al cruzarse, con cierta vergüenza. Otros la saludan: “¡Fuerza, Anto!”.
HEROÍSMO 2. Eran apenas una docena, hace 18 días, cuando se juntaron en la plaza central de Luque y desde allí marcharon hasta la mansión principal del senador Óscar González Daher, con banderas tricolores y la indignación pintada en carteles de cartulina.
Intentaron pararlos con murallas de camiones de basura, rejas y vallas. Alquilaron a patoteros con petardos para hacerlos correr. No lo lograron. Ni el intenso frío, ni las lluvias, ni las amenazas, evitaron que sigan con el escrache, noche tras noche.
Cada noche son más. No responden a partidos ni a sectores políticos. Se llaman “ciudadanos indignados autoconvocados”, hartos de la corrupción. Quieren que el imputado legislador renuncie o sea de nuevo echado del Congreso y vaya preso. No pararán hasta conseguirlo, dicen. Después irán tras otros corruptos.
HEROÍSMO 3. La comunidad estaba indignada. Había mucha evidencia de que el cura católico Félix Miranda abusó sexualmente de un menor, cuando era párroco en Edelira, Itapúa. Se esperaba una sanción ejemplar, pero el Tribunal decidió condenarlo a dos años de cárcel, con suspensión condicional e imponerle solo una multa. El cura abusador debía donar cinco millones de guaraníes al Hospital Regional e irse tranquilamente a su casa.
Fue cuando el médico Juan Martínez, director del Hospital, anunció que no recibirá el dinero del cura, aunque lo ordene la Justicia. “Eso sería ensuciarse”, aseguró.