25 abr. 2024

Gobernanza y agonía de la subsidiariedad

Carolina Cuenca

Si se cumpliera el principio de subsidiariedad que está presente en el espíritu original de nuestras leyes, se daría un gran paso para ordenar y hasta embellecer nuestra convivencia social. Es que establece un sentido de prelación, donde los niveles jerárquicos superiores no asumen competencias que no les corresponden, siempre que los niveles inferiores puedan cumplir su parte. Así, por ejemplo, cuando un ciudadano puede alcanzar sus fines con su esfuerzo en uso responsable de su libertad, ni la sociedad ni el Estado intervienen; donde la sociedad puede alcanzar responsablemente sus fines, el Estado no interviene. Primero la persona, luego su familia, luego la sociedad y, por último, el Estado. En materia de responsabilidad sobre la protección de los niños, por ejemplo, el artículo 54 de nuestra Constitución es muy claro en respetar el orden de prelación: primero familia, luego sociedad y luego el Estado. Así si el Estado quiere cuidar de un niño paraguayo debe cuidar de su familia y apoyar las iniciativas sociales que, a su vez, ayudan a esas familias. Por ejemplo, da pena ver folletos, discursos y reuniones en hoteles caros donde se deciden programas y agendas para los niños, que ni siquiera conocen sus propios padres, ni su comunidad más cercana, y no faltan organizaciones que se arrogan una representación que no tienen.

Cuando el Estado pretende o asume roles que le corresponden a la sociedad, esta se infantiliza políticamente, se debilita y hasta se puede volver víctima de sistemas corrompidos, como lo vemos en su extremo en Venezuela, por ejemplo.

Cuando la persona y la familia ceden a la sociedad o al Estado lo que le corresponde, lo que es de su competencia, ocurren desequilibrios. Claro, la sociedad y el Estado deben velar por que cada persona pueda tener las oportunidades necesarias para vivir una vida decente, donde pueda aportar su creatividad y trabajo para el bien común. Los ciudadanos le cedemos al Estado nuestro derecho a defender nuestras posiciones por la fuerza, con tal de que su organización garantice el acceso a la justicia, la igualdad ante la ley, la participación y la seguridad mínimas para que cada quien con su familia desarrolle su vida en paz y con sentido de solidaridad.

Pero este principio, que apunta a la dignidad de la persona, está siendo cuestionado y, en la medida en que se extienden ciertas influencias, es dejado de lado por la gobernanza, que es un estilo de gobierno globalista que se viene imponiendo desde los años 90, en el cual se tiene más en cuenta la geopolítica a la hora de establecer planes y evaluar la eficacia de la intervención del Estado en los ámbitos privados y sociales. La gobernanza es una nueva forma de gobernar en la que el principio de subsidiariedad agoniza y muere. Así, el Estado y sus asesores, en red con poderes externos basan su intervención en todos los temas sociales en objetivos geopolíticos que pueden o no contemplar los valores, la historia y la autonomía de los pueblos. Esta gobernanza se está haciendo sentir con gran fuerza en la pandemia, por ejemplo, y, a grandes rasgos, se puede captar bien en los liderazgos de sectores de poder geopolítico global contrapuesto: Trump, Putin, el gobierno comunista chino, los gobiernos de Japón y de Alemania y sus respectivos aliados continentales, en las llamadas pan-regiones. De esta forma nos llegan planes de gobierno y agendas que afectan directamente a nuestra educación, cultura, leyes, incluso a la orientación de la reforma del Estado, en las que los protagonistas ni siquiera son consultados. El discurso propagandístico y la distracción social, además de la corrupción, son su caldo de cultivo. ¿Quién no ha tenido la tentación de ceder su espacio de libertad para que otros le solucionen todo rápido y sin esfuerzo? Pero nunca resulta. Porque el poder no da nada gratis, y lo que pide a cambio puede dañar gravemente nuestra libertad y soberanía. Los paraguayos debemos ir con agenda propia y espíritu subsidiario, si no queremos ser sometidos a nuevas colonizaciones.

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