Delegaciones de 55 países y organizaciones internacionales se darán cita en el Museo de Arte Moderno de Río, blindado para la ocasión por unos 20.000 militares y policías que han convertido el barrio carioca de Flamengo en un búnker.
El presidente brasileño, Lula da Silva, en calidad de anfitrión, recibirá a una larga lista de gobernantes, entre ellos Joe Biden (Estados Unidos), Xi Jinping (China), Claudia Sheinbaum (México), Javier Milei (Argentina), Narendra Modi (India), Emmanuel Macron (Francia) y Olaf Scholz (Alemania).
Sin Putin. Rusia estará representada por su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov. Brasil, que ocupa la presidencia rotativa del G20, foro que reúne a las mayores economías del planeta, invitó a Vladímir Putin, quien declinó el convite.
La invasión rusa en territorio ucraniano, camino de cumplir tres años, es uno de los asuntos espinosos que pueden echar por tierra los esfuerzos de Brasil para sacar adelante una declaración final consensuada.
A ello se suma el agravamiento del conflicto en Oriente Medio, que en un año suma cerca de 45.000 muertos en la Franja de Gaza y 3.500 en Líbano por la ofensiva de Israel.
Para Brasil, el mensaje debería ser que “se necesita alcanzar la paz”, pero esa referencia es demasiado laxa para las potencias occidentales, como EEUU, Reino Unido y la Unión Europea (UE), enemistados con Rusia y recelosos con China.
Lula no lo tendrá fácil para convencer a sus socios. Matías Spektor, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas (FGV), cree que los lazos de Brasil con Occidente están “profundamente comprometidos” por alinearse cada vez más con los BRICS, grupo liderado por Rusia y China, y al que se unió Irán.
TRES EJES. Aun así, Brasil centrará la cumbre en tres ejes: eliminar el hambre, la reforma de los organismos internacionales (ONU, FMI, Banco Mundial, OMC) y la transición energética.
Para el primero, formalizará hoy el lanzamiento de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, la gran apuesta de Lula con la que busca acelerar la lucha contra la desigualdad mundial.
Otro objetivo es aprobar un impuesto global para los superricos, iniciativa que encuentra resistencia de países como Estados Unidos y Alemania.
La transición energética será el tema de una tercera plenaria mañana, en un contexto en el que los países emergentes demandan una financiación justa por parte del mundo desarrollado para la preservación del medioambiente.