El funcionario aseguró que no hubo forma de hacer frente a los enfurecidos privados de libertad, que tenían filosos estoques de fabricación casera; los guardias también tenían armas blancas y cachiporras, pero tuvieron que ceder cuando se vieron superados en número. Según Pereira, en sólo un momento se intercambiaron los roles cuando 18 agentes penitenciarios fueron puestos en una celda, que cerraron con llave y custodiaron mientras el resto del penal ardía.
“Nos tenían amenazados a todos, pero no nos hicieron daño. Nos pasaron agua y se puede decir que nos trataron bien”, explicó el hombre, que sostiene que por un momento, temió por su vida.
Alrededor de cincuenta internos quedaron custodiando la celda de los guardias, mientras otra parte negociaba con las autoridades el fin de la trifulca.
TENSIÓN. El momento más tenso se dio cuando se preparaba el ingreso de la Policía Antidisturbios, por lo que los internos lanzaron una contundente amenaza. “Nos dijeron que si entraba la Policía, íbamos a morir todos”, recordó el funcionario.
Los 18 guardias estuvieron encerrados y no pudieron ver la masacre que se desató en otro sitio del penal, según contó Pereira.
Explicó además, que sus captores le aclararon que ellos estaban allí como para una negociación, pero que no se trataba de una represalia hacia los funcionarios.
El guardia, por otra parte, lamentó la situación que se da en las penitenciarías del país, “Nosotros como funcionarios antiguos veníamos manejando bien el control de Tacumbú, pero no sabemos de dónde vino esto. No sabemos quién organizó el amotinamiento. Pasó todo de repente”, agregó.
Nos tenían amenazados a todos, pero no nos hicieron daño. Nos pasaron agua y se puede decir que nos trataron bien Néstor Pereira, guardiacárcel.
Comunicado
La Central Unitaria de Trabajadores CUT, en representación de los Sindicatos Penitenciarios, emitió una misiva a la ministra de Justicia, Cecilia Pérez, en que manifiestan su preocupación por lo sucedido. Afirman que este hecho “dejó evidenciada no solo la vulnerabilidad del penal, sino también la falta total de garantías para los funcionarios penitenciarios que en esas condiciones deben arriesgar sus vidas”.