Desde el inicio de su pontificado, el papa Francisco demostró una cercanía especial con el Paraguay. No se trató solo de una relación institucional entre el Vaticano y la Iglesia Católica local, sino de un lazo profundamente humano, cargado de afecto, admiración y gestos concretos. Jorge Mario Bergoglio no solo visitó el país en 2015, sino que honró a su pueblo, su historia y su fe con decisiones que marcaron un antes y un después en la vida eclesial paraguaya.
La visita apostólica del Santo Padre a tierra guaraní, del 10 al 12 de julio de 2015, en el marco de su gira pastoral por Latinoamérica, que incluyó también Ecuador y Bolivia, la periferia que representó como el primero en la historia, fue una celebración que movió a todos.
“Parece que Paraguay no está muerto. Gracias. Porque un pueblo que vive, que no mantiene viva sus preocupaciones, un pueblo que vive en la inercia de la aceptación pasiva, es un pueblo muerto’’, expresó.
Durante esos días, recorrió Asunción y Caacupé, siendo en Ñu Guasu donde protagonizó encuentros multitudinarios con jóvenes, líderes sociales, comunidades indígenas y religiosas, además de celebrar misas con una profunda conexión con el pueblo paraguayo.
En la Villa Serrana, corazón espiritual, el Santo Padre celebró misa frente a miles de fieles y elevó el Santuario Nacional Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé a la dignidad de Basílica menor, un reconocimiento de gran importancia dentro de la Iglesia Católica.
La decisión fue anunciada por el entonces nuncio apostólico Eliseo Ariotti, demostrando así el cariño a la devoción de la Virgencita Azul, que Francisco conoció cuando convivió de cerca con comunidades migrantes paraguayas en Argentina.
“Estar aquí con ustedes es sentirme en casa, a los pies de Nuestra Madre la Virgen de los Milagros de Caacupé’’, dijo en aquella histórica misa en la casa de la Madre espiritual de los paraguayos, que cada 8 de diciembre peregrina para honrarla.
“Él ama mucho a Caacupé, porque allá en Caballito, en Buenos Aires, iba muy a menudo a una parroquia donde conoció a muchos paraguayos”, recordó el cardenal Adalberto Martínez. Como arzobispo de Buenos Aires celebró misas en guaraní, compartió festividades y aprendió a conocer la cultura popular del Paraguay, desde la chipa –por la que tanto preguntaba cuando identificaba la tricolor en la Plaza de San Pedro– hasta el tereré.
El tercer regalo fue la beatificación de María Felicia de Jesús Sacramentado, Chiquitunga. El 23 de junio de 2018, bajo su pontificado, se celebró en La Nueva Olla la ceremonia de beatificación de la joven carmelita, la primera mujer del país que será elevada a los altares. Francisco autorizó el decreto que reconoció un milagro atribuido a su intercesión, valorando su vida de fe, servicio y alegría.
HISTORICO
El 27 de agosto de 2022, en otro gran gesto de cercanía, el Primado de Roma nombró al arzobispo de Asunción, Adalberto Martínez Flores, como primer cardenal paraguayo, dando a Paraguay un lugar en el corazón del gobierno de la Iglesia Universal, algo que no había ocurrido en más de 470 años de historia eclesial local.
“El papa Francisco es quien nos ha regalado un cardenal a Paraguay y yo siempre públicamente he dicho que no fue un homenaje a mi persona, sino al país, porque el Papa tampoco me conocía mucho, digamos, nos conocimos en el 2015 cuando vino al Paraguay, estuvimos en el Papamóvil, en el Ñu Guasu, ahí compartimos un poco, después en la Nunciatura, pero el homenaje es para el país que el ama tanto”, sostuvo Adalberto Martínez en una conferencia de prensa, tras el anuncio del retorno del Pontífice al ‘‘Reino de Dios’’.
Además, en octubre de 2021, el Papa creó una nueva jurisdicción eclesiástica: La Diócesis de Caazapá, separada de la Diócesis de Villarrica del Espíritu Santo.
DECRETOS
Tras su alta médica, tras permanecer internado más de 38 días, el 22 de marzo de 2025, nombró a monseñor Marcelo Benítez Martínez como el primer obispo de Caazapá.
Semanas después, el 5 de abril, Osmar López fue designado como obispo de Misiones y Ñeembucú y seguidamente, el 15 de abril, el Papa hizo su última designación. Una semana antes de su fallecimiento, nombró al reverendo padre Miguel Fritz como nuevo obispo del Vicariato Apostólico del Pilcomayo. Fritz, un gran defensor de los derechos indígenas.
Todos estos gestos respondieron a una visión pastoral centrada en la cercanía, la sencillez y el compromiso con Paraguay. Francisco, a lo largo de los 12 años de pontificado, alentó una Iglesia de salida, que “salga al encuentro”, que no tenga miedo de ensuciarse los pies y optar por reconocer como Cristo a los pobres, como a ese prójimo frente a las injusticias sociales.
El legado del Papa jesuita al Paraguay no solo se cuenta en decretos o nombramientos, sino en el impulso espiritual que dejó a su paso por tierra guaraní, donde la orden jesuita realizó la misión más grande de la historia eclesial. Jorge Bergoglio también dignificó la historia de un país y en el reconocimiento de sus mujeres para levantar una nación en ruinas tras la Guerra Grande (1865-1870), llamándolas las más gloriosas de América. Aguije Francisco.