Ayer celebramos el santo ára de Francisco de Asís. Como un homenaje y una oración pidiendo nos ayude, edito unas ideas de Joxe Arregui.
“Todo lo que fue y enseñó Francisco se resume en una palabra: hermano.
Llamaba hermanas a todas las personas, a todas las criaturas. Las sentía y las hacía ser hermanas.
Hay que ser muy humilde para ser tan hermano, tan humano, y poner perdón donde hay ofensa, amor donde hay odio, verdadera alegría donde hay tristeza.
Hay que ser muy pobre de sí y creer en sí mismo para poder hacerlo.
Fue hace 800 años. En una época crucial, un cambio de época en la historia de Europa, cuando la sociedad feudal de señores y vasallos tocaba a su fin.
Rompió con su padre mercader y escogió ser de la clase de los menores, vivir con ellos y como ellos.
Hasta al ladrón y al asesino los llamaba hermanos, convencido como estaba de que la violencia de los pobres tiene su origen principal en la violencia institucional que padecen y de que solo la revolución de la fraternidad y de la ternura podrán vencer la violencia de unos y de otros.
De eso nos habla aquella florecilla en la que Francisco amansa al “hermano lobo”, que no mataba sino porque nadie le daba de comer.
Tampoco quiso, por eso mismo, fundar una nueva orden, sino una fraternidad de hermanos (¡y de hermanas!) menores con los menores de la sociedad, caminando por los campos y aldeas, como Jesús, sin conventos y sin propiedad alguna, sin dominio sobre nadie, trovadores de la paz.
A aquel movimiento innovador se apuntaron multitudes y todos admiraban y amaban al Poverello, pero solo un puñado le siguió de verdad.
Los demás se convirtieron en orden clerical poderosa y volvieron al pasado.
Pero Francisco, hermano menor humilde y bueno, sigue ahí señalándonos el futuro”.
Pa’i Oliva