22 sept. 2025

Fe y esperanza en el poder salvador de Dios

Hoy meditamos el Evangelio según san Lucas 5, 17-26

La Misericordia del Señor es el motivo último de nuestra alegría y de nuestra confianza en Él. “¿Piensas que tus pecados son muchos, que el Señor no podrá oírte? No es así, porque tiene entrañas de misericordia. (...). Observad lo que nos cuenta San Mateo, cuando a Jesús le ponen delante a un paralítico. Aquel enfermo no comenta nada: solo está allí, en la presencia de Dios. Y Cristo, removido por esa contrición, por ese dolor del que sabe que nada merece, no tarda en reaccionar con su misericordia habitual: Ten confianza, que perdonados te son tus pecados”.

Llama la atención que «entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos: “¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” (Lc. 5,21). ... “Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: ¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate, y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados –se dirigió al paralítico–, a ti te digo: levántate, toma tu camilla y marcha a tu casa” (Lc. 5,22-24).

Jesús deja claro que la obra más importante del Mesías es el perdón de los pecados. Y, para mostrar la autoridad que tiene para hacerlo, le devuelve también la salud física al muchacho. Pero lo más valioso, y así lo experimentó el enfermo, fue que le restituyó la alegría interior, le fue concedida la gracia del perdón. Se cumplieron en él las palabras del profeta que leemos en la primera lectura: “Fortaleced las manos débiles, y consolidad las rodillas que flaquean. Decid a los pusilánimes: ‘Cobrad ánimo, no temáis. Aquí está vuestro Dios. Llega la venganza, la retribución de Dios. Él vendrá y os salvará’”.

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Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y la lengua del mudo gritará de júbilo, porque manarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa.

El adviento es tiempo de alegría porque la Iglesia nos invita a consolidar nuestra alma con esa fuerza de Dios: “¡Qué admirable el amor de Nuestro Señor Jesucristo!”.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es/article/meditaciones-lunes-segunda-semana-adviento/)