En cuestión de días ya murieron siete cabezas, entre lecheras, toretones y vaquillas; y existen varios animales con síntomas de enfermedad, totalmente debilitados y sin ganas de alimentarse, según informaron los productores.
Ante esta grave situación, los afectados exigieron que las autoridades tomen las medidas necesarias a fin de conocer las causas reales y evitar más mortandad.
Asimismo, denunciaron que responsables del Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa) de Itapúa, sin ningún tipo de muestras o de estudios a las reses muertas, les habían asegurado que se trataba de rabia bovina.
Lo llamativo del caso es que un gran porcentaje de animales vacunados presentan una importante hinchazón en la zona donde se aplicaron las vacunas y en algunos casos incluso revientan, generándose importantes heridas.
De ser cierto que se trata de un brote de rabia bovina, no deja de ser grave, según coincidieron, atendiendo a que la rabia es una enfermedad causada por un virus que ataca al sistema nervioso central de los animales de sangre caliente, ocasionando cambios en su comportamiento, locomoción y en la sensibilidad del ganado.