- Karina Godoy
- @KariGoody
Cómo escribir un cumbión”, reza el flyer impreso que Sergio Ybarra recorta para distribuir en el pintoresco callejón de Punta Karapã y alrededores del barrio Chacarita de Asunción. Con afiche en mano, el joven, de profesión arquitecto, invitaba a chicos y chicas de 15 a 20 años a un taller de escritura, una de las tantas actividades que ofrecen los colaboradores del centro cultural del lugar, “El Agujero de Vysoka”.
Ciclo de cine infantil, clases de defensa personal, para niños y adultos, meditación, taller de huerta, de cocina, de arte y exposiciones de emprendedores “feriaPuntaK”. Estas son algunas de las actividades desarrolladas en la casona del extinto actor Rubén Vysokolán, quien ofrecía clases gratuitas de teatro a chicos del barrio.
La antigua edificación fue intervenida durante la Bienal de Arquitectura en el 2018. Cuenta con apuntalamientos y fue acondicionada para convertirse en un salón donde realizan los talleres y proyección audiovisuales.
Las paredes con ladrillos al descubierto crean una perfecta combinación con la variedad de plantas ornamentales y materiales reciclados. En el patio, unos espejos colgados en la muralla dan la impresión de ser ventanas, y desde el reflejo se observa a la Bahía de Asunción. El majestuoso desfile de los huéspedes de la casa, pequeños felinos de todos los pelajes, suma a la armonía del espacio cultural, desde donde buscan potenciar al estigmatizado sector de la capital.
“Buscamos la revalorización del barrio. El Agujero de Vysoka es un punto desde donde queremos salir y operar en el espacio urbano. La idea es ir ganando otros lugares y estamos trabajando con la Municipalidad de Asunción. Un espacio si no tiene actividades se deteriora”, expresa Sergio, coordinador en el sitio, mientras dirige la mirada hacia el calendario de actividades pegado en la pared de la sala de trabajo y luego retoma la tarea del recorte de las papeletas para la distribución.
detrás de cada mural una historia
Al salir del Agujero de Vysoka la explosión de colores se apodera del entorno con los emblemáticos murales en el callejón. De la mano de “Colores de la Chacarita”, este arte también se disemina en otros sinuosos tramos de la populosa zona. A medida que avanza el descenso por la escalinata aparecen los nuevos murales, terminados en diciembre del 2021. El primero en sorprender es la imagen de Cristo, como signo de la espiritualidad.
Contar la historia del barrio, a través de los murales, es uno de los principales objetivos, relata Juan Cáceres, coordinador de la iniciativa que reúne a artistas de distintas ciudades del país.
En una esquina, por ejemplo, aparece un llamativo gato tocando la guitarra en medio de un manantial. Es la representación de Don Pupi, un poblador quien se dedica a rescatar a gatitos callejeros. “La guitarra es porque esta es la cuna de la guarania y el agua es por las varias nacientes que hay. El nombre de barrio Pelopincho nació por eso, porque la gente represaba varios ykua”, comenta Juan.
En otro tramo se impone la representación de una escena de niños jugando en los pasillos. También fueron dibujados dos pequeños perros. La impresión de imagen ficticia se rompe cuando los dos caninos que fueron los modelos aparecen de manera fortuita y posan frente al mural para las instantáneas que capta el reportero gráfico de ÚH.
Hay murales con fuerte carga emocional, como el de las manos femeninas que sostienen a las precarias viviendas y las levanta de la inundación. “Aquí teníamos que ganar el cariño de las señoras, con ello ya estábamos protegidos, no íbamos a pasar hambre, sed, nada. Porque ellas son las comandantes en la zona. Y eso es lo que el compañero, Lali González plasmó. La mujer levantando al barrio de la crecida. La resistencia”.
La idea es romper el estigma que tiene la Chacarita. Buscamos revalorizar. Sergio Ybarra, Coord. Agujero de Vysoka.
Estamos trabajando para el circuito turístico. A través del mural contamos la historia de lugar. Juan Cáceres, Coord, muralista.