Las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectan una caída del PIB de América Latina y el Caribe del 8,1% este año, la mayor entre las economías emergentes y muy por encima del 5,7% pronosticado para Oriente Medio y Asia Central, la segunda en intensidad.
Para amortiguar el golpe los países optaron por estímulos desde el sector público, lo que contribuye a mitigar la caída y la destrucción de tejido productivo, pero disparará el déficit y la deuda públicos. El FMI dibuja un panorama en la región con déficit durante el próximo lustro y, pese a la reducción de los próximos años, en 2025 aún será del 3,7% del PIB regional. En cuanto a la deuda pública, va a superar el 81% del PIB este año y dentro de 5 años todavía será del 80%, casi el doble de la que tenía la región en 2012. Pese a los malos pronósticos, el economista jefe para América Latina de BBVA Research, Juan Ruiz, ve diferencias que hacen mucho menos probable una crisis de deuda como la vivida hace 40 años. “Tenemos ahora niveles mucho más reducidos de endeudamiento”, que pese al incremento a la crisis sanitaria “van a ser más reducidos que los que tenía la región en los años 80”. La deuda en moneda extranjera ahora tiene menos peso, lo que hace la región menos vulnerable a una depreciación del tipo de cambio, y hay mayor compromiso con la estabilidad monetaria, con bancos centrales independientes en la mayor parte de países.
El profesor de IE Business School, Germán Ríos, también ve improbable vivir una situación como la de entonces. “Yo creo que no. Hay países que hicieron los deberes durante el boom de commodities (materias primas) y tienen economías fuertes y buen manejo macroeconómico”.
El director de Coyuntura y Economía Internacional de Funcas, Raymond Torres, ve diferencias entre países y considera que algunos están al borde de una grave crisis financiera.