Amílcar Franco Franco es el flaquito de 63 kilos que se viene ganando un lugar entre los titulares en Olimpia. Y lo hace en un momento muy complicado para el equipo, que va quemando sus últimos cartuchos en pos de un objetivo (el título), que se torna cada vez más lejano. Sin embargo, él dice que esto no le hace temblar las piernas y que juega como si lo hiciese en la canchita de su barrio.
Tiene 19 años y debutó como titular ante 2 de Mayo el miércoles, después de entrar en varios partidos en el segundo tiempo, y colaboró con un pase-gol convertido por Édison Giménez. En charla con ÚH comentó que su madre, doña Celina, “casi se murió de la alegría” cuando vio la foto de su hijo en la página de Apertura de este diario el martes pasado. Es que el mediapunta ya se mereció un destaque en el juego contra Nacional, en que entró y le dio otro cariz al equipo. Contra el “2" volvió a trascender.
Al recapitular los hechos, no salía aún de su asombro y parecía flotar en el aire: “Es un sueño hecho realidad, estoy muy contento, ni duermo más a causa de este momento que estoy viviendo. Cuando Édison hizo el gol ni festejé, porque me quedé mirando, como no creyendo que yo estaba allí. Me apretaba la cabeza. Es una cosa de locos, algo impresionante, además estoy en algo que me gusta y que desde chiquito estoy practicando. Esto es único”.
No le pesa la responsabilidad de vestir la casaca franjeada, afirma, “porque el profesor (Carlos Jara Saguier) me habla como lo hace mi papá, como si fuera que voy a entrar a jugar en mi canchita, aquí en Capiatá. Me da mucha confianza al igual que todos los compañeros. Esto es importantísimo”.
El dirigente del club José Fleitas Bogarín lo calificó de “caradura”, futbolísticamente hablando, porque juega con total desenfado ante los más experimentados defensores.
Riéndose, “Franquito” dice que esa es la manera de salir adelante, “porque en Olimpia nadie te va a regalar nada, ni te va a esperar; tenés que hacer todo lo que sabés, hay que meterle duro siempre. Yo mismo pienso de esa manera. El profe también me inculca eso. Es la única manera de mantenerse, porque en Olimpia no hay muchas oportunidades, porque es un club grande”.
Valora el apoyo que recibe de los más experimentados, principalmente Carlos Gamarra y Roberto Acuña: “Son re-calidad, son increíbles; el apoyo que me dan es impresionante y eso es importante porque lo sicológico influye mucho en la cancha. Todo está en la cabeza. Para mí es un sueño estar jugando con ellos. Cuando era chiquito yo les miraba jugar en la tele a Acuña y Gamarra y ahora no puedo creer que esté jugando a su lado. ¡Es increíble!”
Recordó que proviene de la escuela de fútbol del Decano, a la que llegó a los 11 años con su amigo y vecino Osmar Molinas, quien hoy también es titular en el plantel profesional.
“Osmar es como mi hermano, los dos comenzamos desde chiquititos en el club. Íbamos a practicar a Ñu Guazú, donde llevábamos nuestro termo y nuestra pelota”, rememora riéndose.
Del momento franjeado señala que “el grupo está unido, estamos remontando otra vez y solo pensamos en ganar todos los partidos”.