EFE
Hace 11 días, coincidiendo con el viaje del primer ministro nipón, Shinzo Abe, a Oriente Próximo, el EI envió un primer video en el que demandó a Tokio que pagara 200 millones de dólares a cambio de no asesinar a Goto, capturado en octubre, y a otro ciudadano japonés, Haruna Yukawa, que fue ejecutado el pasado sábado.
Al igual que en videos anteriores, un hombre completamente vestido de negro habla junto a Goto, quien se encuentra de rodillas en el piso, vestido de naranja.
“Al gobierno japonés: ustedes, al igual que sus tontos aliados en la coalición satánica, deben entender que nosotros, por la gracia de Dios, somos un califato islámico con autoridad y poder, un Ejército sediento de su sangre”, dice amenazante el miliciano.
Y continúa: “Abe (por el presidente japonés Shinzo Abe), con tu temeraria decisión de participar en una guerra inganable este cuchillo no sólo masacrará a Kenji, sino que también continuará y causará una carnicería donde sea que esté su gente”.
En el final, lanza una amenaza aún mayor: “Que comience la pesadilla para Japón”.
De acuerdo a la agencia nacional de noticias japonesas, el gobierno se encontraba en este momento trabajando para corroborar la autenticidad de la grabación.
El video termina inmediatamente después de las imágenes de la decapitación de Kenji, sin menciones al otro rehén en poder del ISIS, el piloto jordano Muaz al Kasabeh.
Hasta el día de ayer, seguían las negociaciones entre el gobierno jordano, el japonés y los terroristas del Estado Islámico, que prometían liberar a los rehenes a cambio de que Jordania libere a la iraquí Al Rishawi, una de las yihadistas más peligrosas de la organización islámica.