Música, teatro, cine, exposiciones y talleres, además de una exquisita gastronomía, en un solo espacio. Así podrían describirse los centros culturales que proliferan desde hace algunos años en Asunción. El auge sigue con la conformación de nuevos sitios que tienen como eje la difusión cultural en todas sus manifestaciones.
Drácena es uno de los sitios que pisan fuerte. Se inició en febrero del 2013, con la motivación de generar un lugar para difundir el jazz. Actualmente, además de música diaria de varios géneros, ofrece encuentros de poesía, teatro, exposiciones artísticas; así como reuniones para debatir sobre filosofía y arte. No faltan los talleres de gastronomía, música, teatro y danza. Su cocina propone platos caseros, que van desde comidas típicas, regionales a otras más exóticas como el ya tradicional Ramen de Drácena.
“En Drácena contamos con una agenda cultural semanal con cuatro ciclos fijos: Lunes de Folclore, Martes de Música de Cámara, Miércoles de Jazz y Jueves de Blues; y la Feria a la calle, el segundo domingo de cada mes, como actividad fija mensual. Los fines de semana ofrecemos diferentes propuestas de diferentes géneros”, señala Gabriela Gómez Crosa.
Multifunciones. En El Granel, creado en marzo del 2014, se puede acceder a espacios para reuniones, talleres y eventos, además propone actividades recreativas y culturales para todas las edades, con un programa mensual. Su cafetería incluye platos elaborados de manera casera y artesanal, y las comidas que se sirven varían según la estación del año. “Ofrecemos desde talleres de pintura para bebés y niños, yoga, escritura, Excel, liderazgo hasta obras de teatro y conciertos”, cuenta María Alejandra Glauser Ortiz.
Hace solo tres meses, en México 1073 casi Teniente Fariña, se abrió La Casa 1073, una propuesta cultural colaborativa autogestionada. “Nos enfocamos en actividades educacionales, artísticas y de ocio. Ofrecemos espacios en donde pueden desarrollarse cursos, charlas, talleres, ensayos, obras de teatro, habitaciones para oficinas, consultorios, proyecciones, conciertos acústicos, entre otros. Los espacios los adecuamos para cada actividad, según la cantidad de personas y la temática”, sostiene Rodrigo Molinas, quien está al frente del emprendimiento junto con Carlos Arbués y Sara Ocampos.
Molinas sostiene que siempre tuvieron la idea de valoración del trabajo independiente hacia el arte y la educación. “Cuando vimos la oportunidad de conseguir la casa notamos su potencial y lo genial que sería llenarla de actividades y de buena energía, que se potencien la cultura y la educación”, agrega.
Más arte. La Casa KaraKu o La CasaK también constituye un lugar alternativo del grupo KaraKu Teatro, para la creación y la difusión de las artes escénicas y otras disciplinas artísticas. En el 2017 la casa céntrica fue declarada de interés cultural por la Secretaría Nacional de Cultura.
El jazz club Mburucujazz, (ubicado en Tuyutí-12 Proyectada casi EEUU), que promueve el mencionado género musical, acaba de inaugurar un rincón de arte, en la parte superior del bar. En sus catorce años de existencia el lugar fue cuna de los representantes de la escena jazzística nacional, así como escenario de figuras internacionales del género.
Por otra parte, La Caosfera también se afianza como un sitio multidisciplinario para exposiciones, conciertos, fiestas, talleres y ensayos; así como El Kontenedor, en donde se ofrecen cursos, charlas, paneles-debate, talleres de pintura y clases de baile, además de conciertos.