Respetar acuerdos es la base principal del camino hacia la consolidación de un país.
Sin lugar a dudas, la aprobación de la Ley de Responsabilidad Fiscal fue un gran paso para construir la vía de la sostenibilidad fiscal y permitió que los aumentos salariales ya no estén supeditados al humor electoral.
Así como también fue importante permitir la aplicación del impuesto a la renta personal (IRP), la generalización del IVA al sector agropecuario y la creación del impuesto a la renta agropecuaria (Iragro), también como parte de un acuerdo entre un gobierno que iniciaba y el Poder Legislativo.
Por ello, mezclar el análisis de planes impositivos con campañas electorales no es aconsejable, independientemente del bien que busquen las propuestas.
Es urgente hacer una revisión de la carga impositiva de productos derivados del tabaco, bebidas gaseosas, bebidas alcohólicas y comidas chatarras, entre otros, y elevar las tasas.
Así como también es necesario revisar las exenciones fiscales aprobadas a ciertos sectores y permitir que sigan vigentes solo aquellas que beneficien realmente al país y que sigan generando empleos.
Pero la aprobación de nuevas cargas impositivas y la revisión de exenciones fiscales no pueden estar supeditadas a tiempos electorales.
Estos análisis deben darse una vez que ya se sepa quién encabezará el Poder Ejecutivo por los próximos cinco años, y cerrarse los acuerdos políticos una vez que rija el nuevo periodo parlamentario.
Quienes invierten en el país deben tener la seguridad de que por lo menos tendrán cinco años para trabajar con estabilidad impositiva, y que los vaivenes políticos o campañas electorales no tendrán incidencia en las políticas de Estado.
Pero hasta el momento, los políticos parecen no entender que deben respetar los acuerdos y los legisladores acatar lo que ellos mismos sancionaron.
El diseño del gasto público y el control para evitar el despilfarro es tarea de todos los que desempeñan una labor en el Estado. Por ello, no pueden desconocer una ley tan importante como la de Responsabilidad Fiscal. No se puede seguir mirando a los costados de manera mezquina mientras miles de paraguayos apenas tienen para comer, educarse o para acceder a salud y vivienda.
Las campañas políticas deberían estar concebidas para buscar el bienestar de la mayoría, no de personas que viven al margen de la ley y buscan protegerse con fueros parlamentarios.
Si quienes administran la cosa pública siguen mirando solamente sus ombligos con desprecio absoluto al pueblo, corremos el riesgo de ser el único país de Sudamérica en quedar rezagado.
Tenemos todo para crecer, solo basta que los políticos y administradores del Estado entiendan que su obligación es velar por el bienestar de todos.