Y la puerta, que es Jesús, nunca está cerrada, esta puerta nunca está cerrada, está abierta siempre y a todos, sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios. Porque, saben, Jesús no excluye a nadie… Jesús te está esperando para abrazarte, para perdonarte. No tengas miedo: Él te espera. Anímate, ten valor para entrar por su puerta. Todos están invitados a cruzar esta puerta, a atravesar la puerta de la fe, a entrar en su vida, y a hacerle entrar en nuestra vida, para que Él la transforme...
En otro pensamiento el Sumo Pontífice dijo: “Este es el corazón de nuestro Dios: nos espera siempre. Y cuando alguno dice: ‘He encontrado a Dios’, se equivoca. Él, al final, te ha encontrado y te ha llevado consigo. Es él quien da el primer paso. Él no se cansa de salir, salir... Él respeta la libertad de cada hombre, pero está allí, esperando que nosotros le abramos un poquito la puerta. Y esto es lo grande del Señor: es humilde. Se humilla esperándonos. Todos nosotros somos pecadores y todos necesitamos el encuentro con el Señor”.