El endeudamiento como justificación para financiar el fortalecimiento de la atención primaria y de la educación escolar básica y media es una falacia. En primer lugar, ampliar la cobertura de las Unidades de Salud de la Familia y dotar de medicamentos e insumos tiene un costo mínimo. Ese es justamente uno de los argumentos a favor de la estrategia de atención primaria.
Esta estrategia tiene la potencialidad de mejorar las condiciones de salud con medidas de prevención y promoción a la salud sin mayores exigencias al presupuesto. De hecho, la información dada a conocer a la prensa señala que de los USD 1.400 millones de nueva deuda, menos del 10% se destinarán a este objetivo.
En segundo lugar, el financiamiento a la educación en los rubros priorizados en las declaraciones públicas de las nuevas autoridades está parcialmente resuelto con los fondos provenientes de Itaipú, que inclusive en años anteriores la escasa capacidad de gestión impidió que se utilizaran de manera plena estos recursos.
El Gobierno debe explicar claramente el destino de los programas y productos a ser financiados con bonos de manera que la ciudadanía pueda evaluar la pertinencia del nuevo endeudamiento. La mitad se dirigirá a cumplir compromisos contraídos en gestiones anteriores, lo que supone una decisión de dudosa responsabilidad. No es adecuado sustentar el rédito político de una gestión pasándoles los costos a las siguientes gestiones.
Este Gobierno va a incurrir en el mismo error que el anterior y que ahora le está obligando a continuar la misma senda. En lugar de asumir la responsabilidad de solucionar parte del problema con un financiamiento genuino, es decir impuestos o contribuciones, continuará trasladando a las próximas gestiones la obligación de dotarle al presupuesto de instrumentos más equitativos y sostenibles a largo plazo para financiar el desarrollo del país.
Ningún país del mundo se desarrolló con alto endeudamiento externo, baja presión tributaria e inequitativa estructura de impuestos. Si además se asumen los profundos rezagos sociales que se traducen en un mercado de trabajo precario y con bajas remuneraciones, tarde o temprano los costos serán pagados por quienes no se beneficiaron con el endeudamiento, acentuando las condiciones que dieron lugar a la desigualdad.
El crecimiento a largo plazo en Paraguay presenta obstáculos estructurales alertados no solo por estudios y referentes nacionales sino también internacionales.
Las múltiples desigualdades –económicas, tributarias, en educación– junto con la incapacidad de financiar políticas de amplio alcance ponen límites a la capacidad productiva del país y con ello al desarrollo. Este ritmo de endeudamiento no contribuye a remover estos obstáculos, al contrario, puede afianzarlos aún mas.