Entonces, todos los colorados, a excepción de Ramón Romero Roa, y cinco liberales, salvaron a Portillo, Rivas y Quintana. Fue el colorado Carlos Núñez Salinas, salvado también de un proceso judicial, quien aquella vez solicitó que se traten los pedidos de expulsión.
Los cartistas, encabezados por Basilio Núñez, argumentaron que los legisladores no están habilitados para juzgar a sus pares y que debía ser la Justicia Electoral la encargada de la remoción. Calificaron de “ilógico” que se le destituya a un parlamentario por mayoría simple. Lo mismo señaló el oficialista Éver Noguera, otro legislador con cuentas pendientes con la Justicia.
Cuando se defendieron, los tres diputados se declararon perseguidos políticos. Portillo fue el primero en presentar su defensa, pero en ningún momento habló del audio que lo involucraba en el caso por el que es investigado. Recordemos que se lo acusa de traficar influencias ante la Justicia y favorecer un caso. Fue salvado por 38 votos contra 20.
Rivas, por su parte, es acusado por pagar a sus caseros con dinero público, y expresó que celebraba que finalmente se pueda tratar el pedido de su expulsión. Aseguró que la denuncia en su contra fue toda una farsa, con documentos adulterados y que demostrará su inocencia en los estrados judiciales. Se salvó gracias a 43 de sus colegas.
En cuanto a Quintana (quien incluso estuvo preso), imputado por tráfico de drogas en carácter de cómplice, argumentó que la imputación por tráfico de influencias ya no existía y por ello ya no había causal para su expulsión. Fue blindado por 37 votos.