17 abr. 2024

El triste y decadente Centro Histórico y de poder

El tema sonará repetido y aburrido para muchos. Pero no se puede callar y, mucho menos, resignarse y ver destruirse por completo al Centro Histórico de Asunción.

Entre el 7 y el 11 de diciembre, con el feriado del día 8 de por medio, me tocó ser anfitriona de un grupo de ex compañeros de un curso que habíamos realizado juntos en la Pontificia UC de Chile. Para el reencuentro, décadas después, escogieron Asunción.

Vinieron de Uruguay, Argentina, Brasil y Bolivia. Solo uno de los ex compañeros había estado alguna vez en Asunción y en San Bernardino, adonde fue para conocer el “Lago azul”. Los demás llegaron por primera vez a Paraguay.

Recibirlos no podría representar estrés alguno, de no ser por la vergonzosa decadencia en que se halla el Centro Histórico, donde se hospedaron y buscaron conocer más sobre el país y la ciudad.

Salvo un par de cuadras de la tradicional calle Palma adornadas por un par de locales comerciales y el tradicional arbolito de Navidad y pesebre frente al Palacio de Gobierno, nada anunciaba que estábamos en los preludios navideños y que la capital paraguaya no era ajena a tan grata época.

Pero esto es solo un detalle, lo lamentable es que los fines de semana y días feriados, no hay atención en los pocos sitios históricos que pudieran conocer los visitantes extranjeros y locales.

La lista que armamos se fue reduciendo a algunos lugares emblemáticos como la Casa de la Independencia que, por cierto, debería poner a gente versada en historia o que ame la historia del país y entrenada para recibir con amabilidad a los visitantes. Precisamente eso no fue lo que hallamos allí.

El Panteón de los Héroes está impecable por dentro, pero afuera un fuerte olor a orina “perfuma” el ambiente e invita a alejarse lo más rápidamente posible del lugar.

Turista Roga salva en cierta medida porque ofrece una muestra permanente de artesanía y un trato agradable y solícito de los allí, te reciben por mostrar lo bueno del país y responder a preguntas típicas de los turistas.

Camino a la Manzana de la Rivera donde hallamos a gente fue muy amable, no se puede evitar que los visitantes vean la basura en la acera de este espacio, sobre la calle Benjamín Constant, los edificios desmantelados y abandonados en esa zona y el hedor a heces con las que no va tropezando. Ah, y ni hablemos del estado de las aceras. De este sitio avanzamos caminando a La Recova, ubicada en la calle Colón. El viejo edificio se halla penosamente deteriorado, lo que contrasta con la belleza y los colores de los tejidos y otros objetos artesanales típicos exhibidos las tiendas que alberga.

En una de ellas, una de las visitantes quedó fascinada con algunas prendas de encaje ju y los bordados en ao po’i. Cuando se dispuso a pagar con dólares, la dependienta le dijo que no aceptaba esa moneda. La persona interesada gastó todo lo que tenía en guaraníes, al igual que los otros que conformaban el grupo.

El clima abrasador de esos días desalentó continuar a pie hasta la Costanera, luego de ver el Palacio de Gobierno y constatar el tremendo contraste entre esa parte de la cuidad y las flamantes torres que albergarán los ministerios del Poder Ejecutivo en la zona del viejo puerto.

Agotadas las opciones, trasladamos el tour a la zona de Villamorra para almorzar en un shopping, frente al cual tuvo lugar una hermosa y completísima feria de artesanía donde los visitantes volvieron a comprar varios artículos para llevar de obsequio.

La añeja Asunción está lastimada y abandonada. Hay partes de ella que simplemente dan vergüenza y pena. Rezuma la indiferencia y pobrísima gestión tanto del Gobierno Central como del Gobierno Municipal que coincidentemente son del mismo signo y, concretamente, en Asunción evidentemente no se inmutan ante los desvalidos, adictos y abandonados que forman parte del microcentro asunceno.

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