Por Rebeca González Garcete
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El suspenso -bien construido- no necesita de efectos especiales. Este es el caso de El orfanato, el debut cinematográfico de J. A. Bayona, apadrinado por Guillermo del Toro.
Bayona tiene mérito por su mano precisa para crear un clima opresivo y marcar el ritmo justo para que la tensión crezca, sumergiendo al espectador en un terror psicológico que cala más hondo y bucea en los recovecos de la angustia, la impotencia, el remordimiento y la locura.
Pero hay que destacar la base del excelente relato: el guión de Sergio Sánchez.
Oscilando entre lo real y lo imaginario, la trama se teje con un hilo consistente, especialmente sostenido por Belén Rueda quien interpreta a Laura.
Ella vuelve treinta años después al orfanato donde pasó sus primeros años, junto a su marido y su pequeño hijo Simón. Con la idea de transformar el lugar en otra especie de orfanato, todo va perfecto para esta familia feliz hasta que el niño habla insistentemente de sus “nuevos amigos” a los que solo él ve y desaparece un día.
Por supuesto, la búsqueda de Simón sume a Laura en una desesperación tal que la hace escarbar hasta en lo paranormal.
Geraldine Chaplin hace una breve pero contundente aparición como una médium que echa un poco de luz en el camino de Laura: “Tiene que creer para ver” -le dice.
Aunque se notan varias influencias en El orfanato (especialmente Sexto sentido, Los otros e, inclusive del El laberinto del fauno), igual es una muestra más de que una buena historia no necesita de artificios para cautivar.
Aunque el filme tiene un innecesario toque sentimental al final, eso no arruina la perfecta construcción del suspenso. Así, el escalofrío y la angustia quedan en la piel por mucho tiempo.
EL ORFANATO
(España-México/2007).
Calificación: * * * * 1/2 (Muy buena a excelente).
Dirección: Juan Antonio Bayona.
Guión: Sergio Sánchez.
Intérpretes: Belén Rueda, Geraldine Chaplin, Fernando Cayo y Mabel Ribera.
Fotografía: Óscar Faura.
Música: Fernando Velázquez.
Duración: 100 minutos.