En varios países y culturas se utiliza la expresión “Madre Tierra”. Para algunos, este término expresa la interdependencia que existe entre el ser humano y su planeta. Para otros, expresa que la humanidad, como todas las otras formas de vida, nace de la Tierra, y es dependiente de ella. Bajo cualquiera de estas concepciones u otras, debe estar claro para todos que, lo que hagamos de la Tierra, nos afectará tarde o temprano, de manera directa o indirecta, a todos.
Actualmente, tenemos tres retos fundamentales que abordar colectivamente, como resultado de nuestra presencia en el planeta: El cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación ambiental. Se trata de las tres mayores emergencias planetarias que debemos afrontar, siendo que el éxito o fracaso de nuestro esfuerzo para el efecto, se medirá en nuestra supervivencia o no en el planeta.
En este contexto de pandemia, estudios están avanzando para determinar cómo el cambio climático puede constituirse en un elemento que facilita una más amplia dispersión de ciertas enfermedades; y, además, cómo el cuerpo humano se adapta a diferentes condiciones climáticas, y de qué manera esto lo predispone o sensibiliza ante ciertas enfermedades. Se estudia también el efecto de la pérdida de la biodiversidad en el aparecimiento de enfermedades, muchas de las cuales se transfieren desde los animales hacia los humanos. Estudios se han realizado para analizar la manera en la cuál la contaminación, por ejemplo, atmosférica, afecta nuestro sistema respiratorio y coadyuva de esta manera, a incrementar el efecto de enfermedades, como en el caso del Covid-19.
RETOS. Sobre el primer reto, el aumento de la temperatura causa la desertificación, el derretimiento de los casquetes polares y glaciares incrementando el nivel medio de los oceános, la acidificación de los mares y la pérdida de los arrecifes, además de incidir en el aumento de la frecuencia e intensidad de desastres naturales derivados de fenómenos climáticos extremos, incluyendo sequías, inundaciones e incremento de los incendios forestales. Esto trae consigo desastres socioambientales, la inseguridad alimentaria y de disponibilidad hídrica, disrupciones económicas, y conflictos y crisis sociales.
En el 2020, América del Sur experimentó la segunda sequía más intensa del siglo. Paraguay experimentó la sequía más prolongada de los últimos 50 años, con olas de calor extremo, con temperaturas no registradas con anterioridad. Esto generó una elevada incidencia de incendios forestales. En ese año, hasta octubre, alrededor de 312 mil hectáreas de la región nororiental del Chaco, fueron afectadas por este problema. Si bien, la mayor parte de los incendios forestales tienen causas antrópicas, reflejan también una elevada concentración de energía en el ecosistema.
La pérdida de la biodiversidad se puede expresar por el número de especies ya desapareccidas por acción del hombre o por las que están en peligro de extinción. Algunas especies están desapareciendo a un ritmo entre 50 y 100 veces superior al natural. Globalmente, alrededor de 34 mil especies de plantas, 5,2 mil especies de animales, y una de cada ocho especies de aves, están en peligro de extinción. Esto es el resultado de la fragmentación, degradación y pérdida del hábitat natural, como consecuencia de la deforestación, principalmente.
Se estima que entre 2001 y 2019, Paraguay perdió alrededor de 6 millones de hectáreas de bosque nativo. En el periodo, fue el segundo país con mayor superficie deforestada en América del Sur, después de Brasil, y muy cercano, pero superior al nivel de la deforestación de Argentina, que tiene 6,8 veces más superficie total y 6,4 veces más población que Paraguay. En la región oriental, ya se perdió alrededor del 80% de los 9 millones de hectáreas de los bosques que originalmente existían. Por otro lado, la deforestación en el país se incrementó de 258 mil hectáreas en 2018, a 314 mil hectáreas en 2019. El 78% de la deforestación ocurrió en la región del Chaco. Como consecuencia de esta acelerada deforestación, se estima que más de la mitad de todas las especies de aves, y el 30% de las especies de mamíferos existentes en el Chaco, podrían extinguirse en los próximos 25 años, si no se toman medidas apropiadas para el ordenamiento en esa región.
CONTAMINACIÓN. En lo que tiene que ver con la contaminación, la OPS estima que el 95% de la población de las ciudades de ingresos altos o medios está expuesto a partículas en el aire (menores a 2,5 micrómetros), en niveles superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Entre 6 y 7 millones de personas mueren prematuramente por esta razón. Por otro lado, toneladas de basura llegan a los mares, de las cuales, el 75% corresponde a plásticos y microplásticos (alrededor de 8 millones de toneladas cada año). Además, se estima que un tercio de los suelos en el mundo están degradados.
En Paraguay, es necesario mejorar el manejo de los residuos sólidos pues genera fuertes problemas de contaminación: solo 47% se recolecta, el 43% se quema, 6% se entierra, y el restante tiene diferentes destinos. Con relación a los efluentes líquidos, solo un tercio de los hogares tiene conexión a la red de alcantarrillado sanitario, y de estos, solamente el 11% está conectado a un sistema de tratamiento.
Diariamente son vertidos al río Paraguay, 2,9 millones de metros cúbicos de aguas residuales sin tratar. En Asunción, la concentración promedio diaria de particulaes (MP2,5) en la atmósfera en el año 2018, fue 50% superior a la calculada en el año 2014, lo que implica un crecimiento sustancial.
Paraguay ha avanzado en la construcción de un marco legal para abordar estas problemáticas que, si bien requiere ser complementado y ampliado, se constituye en base para la gestión ambiental. De la misma manera, ha creado una institucionalidad para la gobernanza del tema a nivel nacional, y descentralizada en algunos ámbitos, para dar espacio a la acción municipal.
Es importante para el país, fortalecer este esfuerzo legal e institucional, con mayor voluntad política.
Esta voluntad debe expresarse en la dotación de recursos humanos y financieros para la gestión ambiental, en la aplicación efectiva de la Ley en toda su extensión y con todo su rigor, en la búsqueda del empoderamiento de la sociedad civil a través del establecimiento de espacios formales de veeduría social y rendición de cuentas, y en el fomento para alcanzar el compromiso del sector privado, bajo la perspectiva de una justa transición hacia sistemas productivos más sostenibles. Finalmente, es necesaria la voluntad política para hacer que el empeño en restaurar nuestra Tierra, y promover una economía verde, se constituya en un mecanismo de desarrollo nacional equitativo, sin dejar nadie atrás.
(*) Coordinador residente de las Naciones Unidas en el Paraguay
(**) Representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Coordinador del Grupo Interagencial Medio Ambiente
Se estima que entre 2001 y 2019 Paraguay perdió alrededor de 6 millones de hectáreas de bosque nativo por la deforestación.
El cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación ambiental son los retos a afrontar colectivamente.