01 nov. 2025

El sentido cristiano de los bienes

Hoy meditamos el evangelio según San Mateo 19:23-30.

Encontramos muchas dificultades, internas –en nuestro corazón, donde subsisten las raíces del egoísmo, de la posesión desordenada– y externas –las de un ambiente lanzado sin freno hacia los bienes de consumo–.

Este ambiente externo, que lleva consigo frecuentemente una fuerte carga de sensualidad, es el marco más adecuado para que proliferen las desviaciones morales de todo signo: el erotismo, la exaltación del placer estimado y cultivado por sí mismo, la degradación por el abuso del alcohol y las drogas, etcétera.

Es evidente que tales excesos aparecen como consecuencia de la insatisfacción profunda que padece el hombre cuando se aparta de Dios.

El resultado está a la vista: hombres y mujeres –incontables ya– faltos de ideales, sin criterio ni sentido claro de las cosas y de la vida, que se levantan contra el Señor y contra Cristo.

Pero el fin del cristiano en la vida no puede ser enriquecerse, acumular bienes, poseer lo más posible. Esto llevaría al mayor empobrecimiento de su persona.

La templanza en la posesión y en el uso de los bienes da al cristiano una madurez humana y sobrenatural que permite seguir de cerca a Cristo y llevar a cabo un gran apostolado en el mundo.

La Virgen, que supo vivir como nadie esta virtud de la pobreza, nos ayudará hoy a formular un propósito, quizá pequeño, pero bien concreto.

El papa Francisco, a propósito del Evangelio de hoy, dijo:

“El evangelista enfoca los ojos de Jesús y esta vez se trata de una mirada pensativa, de advertencia.

Dice así: “Mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil será para los ricos entrar en el reino de Dios!”. Ante el estupor de los discípulos, que se preguntan: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”, Jesús responde con una mirada de aliento –es la tercera mirada– y dice: la salvación, sí, es “imposible para los hombres, ¡pero no para Dios!”. Si nos encomendamos al Señor, podemos superar todos los obstáculos que nos impiden seguirlo en el camino de la fe. Encomendarse al Señor. Él nos dará la fuerza, él nos dará la salvación, él nos acompaña en el camino”.

(Frases extractadas de www.homiletica.org y http://es.catholic.net/op/articulos/66404/cat/331/lo-que-me-falta-es-caminar-contigo.html#modal)