25 abr. 2024

El sentido cristiano de la muerte

Hoy meditamos el Evangelio según Lucas 17, 26-37.

En algunos ambientes no es fácil hoy hablar de la muerte; solo el hecho de mencionarla parece un asunto desagradable, de mal gusto.

Pero Jesucristo destruyó la muerte e iluminó la vida, le quitó su maldad esencial, el aguijón, el veneno; y, gracias a Él, adquiere un sentido nuevo; se convierte en el paso a una Vida nueva. Su victoria se transmite a todos los que creen en Él y participan de su Vida.

La muerte nos da grandes lecciones para la vida. Nos enseña a vivir con lo necesario, desprendidos de los bienes que hemos de usar, pero que dentro de un tiempo, siempre corto, habremos de dejar; llevaremos, para siempre, el mérito de nuestras buenas obras.

Hemos de desear vivir largo tiempo, para rendir mayores servicios a Dios, para presentarnos delante del Señor con las manos más llenas..., y porque amamos la vida, que es un regalo de Dios.

El papa Francisco a propósito del Evangelio de hoy dijo:

“En este recorrido hacia el fin de nuestro camino, de cada uno de nosotros y también de toda la humanidad, el Señor aconseja dos cosas, dos cosas que son diferentes, y son diferentes según cómo vivamos, porque es diferente vivir en el instante y vivir en el tiempo.

Y el cristiano es un hombre o una mujer que sabe vivir en el instante y sabe vivir en el tiempo.

El instante es lo que tenemos en las manos ahora, pero este no es el tiempo, ¡pasa!

Tal vez podemos sentirnos dueños del instante, pero el engaño es creernos dueños del tiempo: ¡El tiempo no es nuestro, el tiempo es de Dios!

El instante está en nuestras manos y también en nuestra libertad sobre cómo tomarlo. Y aún más: Nosotros podemos convertirnos en los soberanos del momento, pero solo hay un soberano del tiempo, un solo Señor, Jesucristo”.

(Frases extractadas del libro Hablar con Dios de Francisco Fernández Carvajal y http://es.catholic.net/op/articulos/48489/venida-del-reino-de-dios.html).

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