Ninguna de las composiciones, todas de barro natural cocido al horno, es idéntica, aunque hay ciertos patrones que caracterizan la obra de Sanabria, un autodidacta de 30 años que vive de la cerámica desde una década.
“La idea es innovar el modelo tradicional y fusionarlo con elementos típicos como telas y maderas como el tacuaree, el bambú paraguayo. Y también romper un poco el tópico, por ejemplo presentando a la Virgen dando de mamar a su hijo”, indicó.
De ahí que los pesebres de Sanabria eludan su espacio tradicional y se instalen sobre tejas, trozos huecos de madera, cajas de frutas, carritos y en el fondo sombreros de paja.
Y también en la parte trasera de un rostro en barro de Cristo previamente vaciado, también por él cincelado, y que se ha convertido en su “marca de fábrica”.
Destaca también la vocación miniaturista de Sanabria, capaz de plantar un belén dentro de la mitad de un “kai jepopete” (“aplauso del mono” en guaraní), una fruta del tamaño de un manzana aplanada que procede del jacarandá, un árbol autóctono.
“Es una variedad estilística que me gusta y que el cliente aprecia, como por ejemplo introducir pesebres dentro de nuestros típicos cántaros, que rompo con un martillo y según como queden adapto el pesebre”, dijo Sanabria.
El resultado es un crisol donde brillan los colores del “ñanduti”, un encaje de aguja que simboliza toda la riqueza del arte popular paraguayo, y la imaginería de la Navidad guaraní.
Interesado en la cultura indígena, Sanabria es el autor del “Paseo del Barro”, una especie de barrio temático diseñado el año pasado en su ciudad natal de Lambaré, en el área metropolitana de Asunción.
“Básicamente son dos calles donde incrusté en las paredes figuras de barro explicando la historia de nuestra ciudad, entre ellas la del cacique indígena Lambaré, que se supone habitaba en el cerro del mismo nombre”, explica.
A Sanabria también le place crear en barro las sinuosas formas de la mujer guaraní, inmortalizada con su cántaro al hombro en una de las imágenes más típicas de Paraguay, conocida como la “galopera”.
De hecho, fue una “galopera” la que inauguró la actividad que más renombre le ha dado a Sanabria: crear una pieza al ritmo de un tema musical, de manera que ambos empiecen y acaben de forma sincronizada.
“En junio de ese año, durante la fiesta de San Juan, tuve una idea medio loca. Hacer una ‘galopera’ durante el tiempo que duraba el himno nacional paraguayo, unos tres minutos y medio”, dijo.
Para los “Mil pesebres del Paraguay”, que se pueden ver hasta el viernes en la asuncena Plaza Uruguaya, Sanabria tiene previsto realizar algunas actuaciones en vivo similares, que según él son las únicas que de ese tipo existen en Latinoamérica.
“Quiero acabar un pesebre al mismo tiempo que canto un villancico y apoyado por una base sonora”, indicó.
Sanabria preparó las mil piezas en tiempo récord. “Hasta última hora no tuve la respuesta de la municipalidad de Asunción a mi propuesta de exposición, así que trabajé todo el mes para llegar a ese número en caso de que me dijeran que sí”, dijo.
De momento, la feria está colmando todas las espectativas, incluidas las del propio autor, que va camino de agotar toda su producción antes de la finalización del evento.
“El pesebre más caro cuesta unos 20.000 guaraníes (cuatro dólares), y el más barato 10.000 guaraníes (un dólar y medio). Totalmente asequible para el paraguayo, para el que la Navidad es muy importante”, explicó.
Chema Orozco
